Pero lo mejor de todo, de todas estas siestas en el sofá, de todos estos días dando vueltas por ahí, acompañado de tanta gente, de conocer lugares, cosas, modos, modas, gentes, después de todos los gritos, de los pasillos de gente, lo mejor fue: “Estamos convirtiendo este deporte en una patraña de niños”.
Una verdad tan grande tenía que ser dicha y dicha así, sin pensar en qué dirán ni qué pensarán ni nada de nada. Sin que nadie tenga que esperar a otro o pedir perdón por hacer su trabajo y seguir la tradición.
Por eso esto es una patraña. Y había que decirlo así. Y habría que gritarlo y hacerse con ello una camiseta. Y a lo mejor pedir perdón a los espectadores que se pasaron tres días acampados, con el frío y demás.
Y qué les den a los que pitan. Qué piten.
Lo mejor de todo.
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