De vida y obra
tumultuosa, Lope de Vega es tal vez el autor español más comparable
con Shakespeare, el dramaturgo y poeta inglés que se supone lo
escribió ya todo. Cientos de obras de todas las temáticas, casi
todas de gran calidad además de una enorme y un tanto despreciada
obra poética que puede casi compararse con la de Góngora y Quevedo,
ese es el trabajo literario de Lope.
Su obra, tan basta
que es difícil de abarcar y explicar, fue avalada por el público
que en su tiempo y durante siglos ha visto en sus escritos la mejor
forma de divertirse y de disfrutar de la literatura y el teatro. Lope
da al público obras llenas de emoción, construidas con poesía y
con elegancia, lo que en el tiempo en el que teatro era un
espectáculo de masas no era nada fácil.
Pero si hay algo que
sorprende de los autores del siglo de oro, sobre todo de Lope y de
Cervantes, es su capacidad de trabajar con un método tan bueno
cuando las condiciones y la tecnología lo ponía tan difícil.
Escribir con pluma y tinta una obra tan magna como la de los dos
autores madrileños tenía que ser muy difícil. Había que atinar
muy bien lo que se escribía, tratando de no desechar mucho material,
pues el papel y la tinta eran caros y difíciles de manejar.
En una muestra que
en estos días se inaugura en la casa de Lope de Vega en Madrid se
quiere mostrar algo de ese proceso, enseñando al público
manuscritos originales de Lope, tratados caligráficos y el lugar
donde probablemente Lope escribía sus obras.
Una gran forma de
acercarse al cómo se producían las obras de Lope, esas que vemos
representadas y que, pese a todo, han conseguido llegar a nuestro
tiempo, intactas en la emoción que despiertan y sorprendentes en el
método de escritura utilizado.
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