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miércoles, noviembre 05, 2014

LAS FACTURAS NARRADORAS

La actualidad, leída o vista con un poco de distancia, parece cada vez más una ficción que se haya construido para mantenernos entretenidos mientras vivimos. Como en El Quijote, parece que la ficción y la realidad se han mezclado y que no es difícil diferenciar una de otra, porque son tan parecidas que no hay manera de desentrañar el entuerto.

Las películas o series sobre la mafia, Los Soprano, Uno de los Nuestros, Casino, El Padrino, se escenifican día a día en nuestros periódicos, en nuestros televisores. Como personajes de ficción pronunciamos los nombres de los malos que son, como siempre en estas historias, los protagonistas.

Desde ceremonias de iniciación hasta tratos cerrados en suntuosos restaurantes, pasando por barras americanas como el Bada Bing, se nos presentan ante los ojos si seguimos las facturas, que son en realidad el narrador de estas historias.

Esas facturas cuentan historias que ya habíamos visto mil veces, pero que pensábamos ficticias. Además de tópicos de la ficción esas facturas son narradoras y son la verdad. Sólo hay que saber leerlas y te cuentan la historia de esos mafiosos con sus miserias, sus deseos y sus grandezas.

Tony Soprano conduciendo mientras una mujer le realiza una felación es el estereotipo que se repite una y otra vez. Ese estereotipo que habíamos creído falso de tanto repetirse en las películas. Ya considerábamos que esos personajes eran imposibles, que esos malvados no existían, que era imposible que esas ficciones fueran reales, porque estaban pasadas de moda, estaban enterradas en nuestros recuerdos casi a la misma profundidad que los cuentos infantiles y las películas de Disney.

Pero las facturas narradoras nos cuentan que esa realidad que creíamos imposible, que esos Quijotes de la malversación, existen y están aquí, a nuestro lado, haciendo carne y hueso la literatura y el cine y la series, ante la sorpresa de todos.

Por una vez la realidad podría haber tenido la deferencia de no parecerse al arte, pero es tan potente la ficción, tan sugerentes sus historias, que los malvados, sólo quieren parecerse a sus ídolos.


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