Parado en el sol. Solamente eso. Sentir
como se calienta mi piel, mi pelo, como la chaqueta me sobra, como
empezaré a sudar dentro unos minutos. Tú estás delante. Hablas
desde hace un rato, pero no te presto mucha atención. Miro tus
labios moverse. Las gafas de sol que protegen tus ojos pero que no me
dejan verlos y saber de qué color los pone el sol.
Este calor natural y distinto después
del frío y el viento que corto mis manos en invierno da un olor
distinto a la realidad. A tu pelo. A tu piel. Hablas desde hace un
rato. Nos encontramos por casualidad. Hacía algún tiempo que no
hablábamos. Pero no importa eso. Es hermoso haberte encontrado,
escucharte, olerte, pero no importa eso.
Es el sol que brilla y yo que estoy
parado aquí y notando que mi sangre late y que mis brazos sienten y
que todo el cuerpo se estira y crece y olvida esos inviernos
encogidos que he pasado. Parado en el sol. Apunto de sudar. Y además
estás tú. Mañana será otro día. Por hoy ha bastado.
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