Cuerpos alargados
como una gran recta, con formas curvadas pero extendidas, hacia
arriba, como creciendo. Eso era lo que Modigliani pintaba cuando
pintaba un cuerpo humano. Formas alargadas, finas, que recuerdan, en
cierto modo, a las de El Greco, a las caras y cuerpos alargados que
el pintor cretense dejó en sus obras.
Perteneciente a la
vanguardia europea, en esa época en la que aún no habían llegado
las guerras y un poco después, con la gran alegría del final de la
primera gran guerra, Modigiliani vivió en París, centro mundial de
todo, con Apollinaire, Picasso o Rivera.
Influenciado por
Klimt o Cezanne, realiza multitud de retratos y pinturas del cuerpo
humano, reflejando esa línea recta. Con expresiones decaidas y
aburridas, con abultamientos circulares repentinos, la obra de
Modigliani representa un cuerpo humano que se funde con lo arcaico,
con lo más profundo del ser humano.
Ahora el museo
Thyssen realiza una exposición sobre el pintor y escultor (tuvo que
dejar la escultura por los problemas de salud que el polvo de la
piedra le provocaba) italiano. Desde hoy y hasta el 18 de mayo
tenemos ocasión de ver una antología de sus obras en el museo
madrileño.
Una ocasión para
aprovechar pues la obras visitan Madrid y luego vulven a su destino,
desmontando esa unidad que nos permitirá ver una obra en conjunto,
esa poética del arte que practicó el italiano.
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