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jueves, marzo 05, 2015

BATMAN, AÑO UNO

Existe una característica peculiar en el mundo del cómic, el hecho de que los personajes pertenezcan a una editorial y no a su creador. Eso ha permitido mucha libertad y variedad, pues el guionista iba variando de número en número, dando su propia perspectiva del personaje, creando y recreando elementos en su propia elaboración de un mito.

En ese contexto hay que entender Batman Año Uno. Frank Miller, ya curtido como dibujante y guionista, llega a la serie del murciélago y la recrea una vez más. Empezamos de cero viendo como Bruce Wayne llega a Gotham y cómo intenta salvar una ciudad que tal vez no se merece ser salvada.

Intercambiando el narrador en primera persona entre Batman y el aún teniente Gordon, el cómic cuenta la historia reconstruida de esos personajes que se enfrentan a un destino y a un trabajo que está por encima de sus posibilidades, que está más allá de lo posible y se parece más que a ninguna otra cosa a un trabajo mitológico.

El enfrentamiento de Batman Año Uno no es tanto con los delincuentes, como contra la corrupción, el gran enemigo de todos los sistemas. La corrupción pervierte el sistema e intenta mantenerlo siempre igual para seguir aprovechándose de él, para conseguir su propia supervivencia.

Esa corrupción, el ambiente sórdido del Gotham pre Batman, un lugar menos recomendable aún que las peores zonas de las peores ciudades, centra el relato de esos hombres que están condenados a entenderse, a luchar juntos contra todo. Es la historia de una futura amistad, de una amistad que será y que se empieza a fraguar antes incluso de que ambos personajes se conozcan.

Una historia de Batman, de su creación, de cómo llegó a ser quién es. Una historia de conocimiento, como todas las iniciales, en las que el joven Bruce Wayne comprenderá qué tiene que ser realmente Batman.


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