Un clásico es
aquella obra que después de muchos años se sigue leyendo, viendo o
escuchando, se sigue entiendo y sigue de cierta forma produciendo,
produciendo secuelas, ideas y cualquier otro tipo de ficciones u
opiniones al respecto del primero, del clásico.
Así sucede con
muchas y muchas obras que después de pasado el tiempo siguen, de
cierta forma, vigentes. Eso pasa por ejemplo con la nueva versión
del mito de Drácula, que viene a ser lo que ahora se conoce como una
precuela.
Fuera del mito
romántico que planteó Bram Stoker o del monstruo pernicioso que
podemos ver en Nosferatu, tal vez su mejor versión cinematográfica,
Drácula como mito literario y ficticio sigue produciendo versiones,
opiniones, nuevas ficciones. Es un clásico absoluto.
¿Por qué la idea
de un príncipe que se comporta de forma inhumana y que consigue la
vida eterna a base de la sangre ajena permanece? Por la maestría de
aquellos que nos han trasladado la historia desde el principio. La
obra original, la de Stoker, no tuvo éxito en la vida de este y no
fue hasta que pasó al teatro, ya muerto Stoker, cuando triunfó.
De características
puramente románticas, igual que otro clásico del horror como es
Frankenstein, Stoker plantea un amor imposible, un ambiente oscuro y
mortuorio y muchas dosis de dolor, paisajes tétricos y dramatismo.
La novela aún es
editada y leída, su legado produce y produce, Stoker no pudo verlo,
pero al final su obra y con ella su persona se vio convertida en un
clásico.
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