La gente de la
industria del cine, sobre todo en Hollywood, tienen una frase con la
que explicar el éxito o el fracaso: nadie sabe nada. Quiere decir
que no hay manera de saber realmente qué tendrá y qué no tendrá
éxito en el mercado cultural. Algo que siempre ha sido impredecible.
El éxito no viene
condicionado por el talento o la capacidad, sino que muchas veces
viene de mano de la casualidad o el contexto. Es complicado saber por
qué se produce o por qué no se produce. Trabajos similares que
acaban en desastre o en éxito sin un motivo o una razón.
Van Gogh es el
ejemplo por antonomasia. Su trabajo es considerado hoy en día de los
más sobresalientes del siglo XIX, pero aún así, su vida es el
ejemplo del fracaso más absoluto: locura, depresión, desamor,
pobreza y muerte. Todo sin ver ni un ápice de la fiebre que más
tarde despertaría su obra.
¿Por qué la obra
del pintor holandés triunfó después de su muerte? ¿Por qué no lo
hizo antes? Seguro que muchos han estudiado, teorizado y pensado en
ello, pero aún así, la casualidad, el contexto y la moda cultural
intervinieron seguro en la solución final de la historia.
El éxito de grupos
musicales, de obras litearias es muchas veces inexplicable. Carlos
Ruiz Zafón vendió millones de ejemplares de La sombra del viento,
un autor que llevaba más de quince años escribiendo y publicando,
novelas con el mismo estilo y con una temática que dominaba ya hace
tiempo. ¿Por qué en ese momento? ¿Por qué no antes? Y, sobre
todo, ¿por qué?
El éxito en la
cultura, en la música, en la pintura, la escritura, el cine, depende
de un sólo factor final, el público, y este está tan influido por
modas, opiniones vacías, contextos y otras cuestiones inexplicables
que cabe dar la razón a Hollywood y decir que nadie sabe nada, que
no sabemos por qué se produce, que no sabemos de donde viene y quién
lo obtiene, merecidamente o no. Sólo se produce y hay que observarlo
como lo que es, algo inexplicable.
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