¿De dónde viene la
capacidad para hacer el mal? ¿Estamos programados para hacerlo? La
capacidad de los seres humanos para dañar a sus semejantes, para que
sus instintos les dominen y vayan encaminados a conseguir con el
dolor y la violencia algo de otros seres humanos parece estar ahí
desde siempre y no deja de manifestarse incluso después de miles de
años de vivir en sociedades.
Prisioneros, habla
precisamente de esa capacidad del ser humano para ser malvado y de
cómo se vuelve así, de las razones, comprensibles o no, que motivan
a un ser humano a ser hostil y dañino para la sociedad y el resto de
los seres humanos.
La película parte
de una historia mil veces contada, la desaparición de unas niñas, y
a partir de ahí vemos cómo los responsables de encontrarlas, los
padres y la policía, van saltándose normas legales y sociales para
llegar a encontrarlas.
Pero cuenta también
la historia de aquellos que las tienen encerradas, aquellos que
primero se saltaron las normas y cuyas motivaciones y métodos y
crueldad llegan a cuestionarse, buscando incluso alguno de ellos el
perdón y la salvación.
Además de esas
motivaciones, más o menos entendibles, para la maldad, para
sobrepasar las normas, la película muestra paisajes y normas
sociales que oprimen al ser humano, realidades que le hacen
cuestionarse las normas sociales y religiosas que les controlan.
Una película de
sorprendente tensión y crueldad, donde todas acaban por ser
prisioneros, sino están encerrados, sí de sus propios errores, de
sus instintos y de su maldad.
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