En el actual estado
de psicosis sanitaria provocada por el virus del ébola, con su mucho
de desconocimiento, superstición y extrañeza que nos causa y sobre
todo ante la sensación de intocables que teníamos ante ese tipo de
amenazas, recordamos La Tierra Negra, el cómic de Luis Durán.
En la Edad Media un
hombre y su criado o aprendiz, que de ambas cosas ejerce, recorren
Europa con sus conocimientos y su particular visión de la vida. Ante
el resto de los hombres son tenidos por hombres mágicos, por
hechiceros que juegan con leyes que no comprenden y que por ello son
peligrosos.
Pero cuando la peste
se hace un epidemia, cualquier cosa vale y estos hombres, son
llamados a solucionar el problema de salud que acabaría por matar a
gran parte de la población europea de la época.
Utilizando sus
conocimientos, que eran tenidos por brujería en la época pero que
parecen de ciencia elemental en nuestros tiempos, tienen que
enfrentarse con la superstición para lograr frenar la epidemia con
unos recursos muy simples, limpieza, desinfección, quema de los
cadáveres. Así consiguen que la epidemia se frene.
La historia muestra
como cambian las cosas y como lo que era tomado por brujería es en
realidad ciencia y como usando la razón y huyendo del miedo y la
superstición se supera una situación que en nada tiene que ver con
castigos divinos o supersticiones.
El clima de psicosis
que puede vivirse aquí y ahora recuerda un poco a ese de La Tierra
Negra, a ese en el que la razón ha sido sustituida por el miedo. Y
el miedo es siempre un mal consejero. La historia de Durán lo
muestra claramente.
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