La gran triunfadora de los Goyas de
este año es una película que ha recaudado menos de un millón de
euros en taquilla. Ya había salido del circuito comercial, pero,
dado los premios que la película ha recabado, vuelve a las taquillas
para mejorar ese dato tan pobre.
Apenas 86000 personas disfrutaron de la
película de David Trueba. Tras varias semanas en cartel, fue cayendo
hasta desaparecer de las carteleras. A muchos lugares, dado su
carácter de película española, ni siquiera llegó. Ahora con el
premio bajo el brazo espera volverse una película rentable no sólo
en lo artístico, sino también en lo económico.
La crisis económica parece cebarse
especialmente con el cine. De ser la diversión predilecta de la
juventud durante el fin de semana, ha pasado a ser casi un lugar
imposible para los espectadores con una economía frágil. Y con la
fama de aburrido que arrastra el cine español, el daño se acentúa
para la industria nacional.
Pero los Goya, además de repartir
premios y críticas entre las películas y el sector político, sirve
sobre todo para que las películas tengan un segundo aire, cobren una
segunda vida en las carterleras que permita que las películas se
revaloricen, se revitalicen y lleguen a recaudar un montante mayor en
taquilla.
Vivir es fácil con los ojos cerrados,
triunfadora de los premios Goya, se une a la lista de muchas otras
películas que fueron premiadas en este galardón, pero que no
tuvieron ningún éxito en taquilla: La soledad, Camino, Pan Negro y
muchas otras vivieron lo que ahora vive la película de David Trueba.
Esperemos que con este nuevo aire, la
película vaya más allá, y consiga superar sus datos y llegar a
mucho más público. Ahí está la base del cine. En conseguir que la
película sea vista, en conseguir que haya motivos para verla y que
el público pague por hacerlo. Esperemos que tantos Goya sirvan para
que las películas premiadas sean económicamente más rentables.
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