El salón del cómic de la ciudad francesa de Angulema es la cita más famosa del cómic en Europa y cuenta con un prestigio y unos participantes de primer orden. Las editoriales presentan en ella sus trabajos y los nuevos autores que quieren lanzar al estrellato.
Pero además el Festival de Angulema sirve para revisitar y homenajear la obra de muchos dibujantes y escritores famosos. Se elige un gran premio entre muchos autores consagrados que han contribuido con su obra a que el cómic llegase a la cima de sus creaciones.
Para esta edición los propuestos eran Bill Watterson, el creador de Calvin y Hobbes, Alan Moore, el creador de Watchem y Katsuhiro Otomo, el creador de Akira. Y finalmente el gran premio fue para Watterson por su gran trabajo con la tira cómica del niño y el tigre.
Calvin y Hobbes expresa la dicotomía entre la realidad y la ficción, como si de El Quijote y Sancho Panza. Un niño con mucha imaginación tiene un tigre de peluche que toma vida cuando los demás no miran, y mantiene con Calvin, su dueño una relación de cariño y descubrimiento del mundo.
A través de los ojos de Calvin vemos cómo el mundo se va haciendo para él y su compañero de peluche. Ese mundo lo van no sólo aprendiendo sino también criticando y diseccionando a través de la singularidad del niño, de su inocencia y de su inteligencia sin manipular por parte del mundo de los adultos.
Todo ello lleva no sólo a la risa, sino también a que el lector se amigue con los protagonistas, siendo ellos una suerte de maestros que le muestran el mundo y que además le sirven de compañeros de visita a ese lugar que descubren. El conocimiento previo del mundo por parte del lector da un punto de ironía, de confrontación entre la realidad y la ficción que vemos.
Watterson se retiró cuando dejó de publicar Calvin y Hobbes. Su trabajo para él había acabado. Además no ve su trabajo con ojos mercantilistas y siempre ha huído de la comercialización extrema de sus personajes y su trabajo. Pero su obra, en varios formatos, sigue disponible para disfrutar de su rotunda calidad.
Pero además el Festival de Angulema sirve para revisitar y homenajear la obra de muchos dibujantes y escritores famosos. Se elige un gran premio entre muchos autores consagrados que han contribuido con su obra a que el cómic llegase a la cima de sus creaciones.
Para esta edición los propuestos eran Bill Watterson, el creador de Calvin y Hobbes, Alan Moore, el creador de Watchem y Katsuhiro Otomo, el creador de Akira. Y finalmente el gran premio fue para Watterson por su gran trabajo con la tira cómica del niño y el tigre.
Calvin y Hobbes expresa la dicotomía entre la realidad y la ficción, como si de El Quijote y Sancho Panza. Un niño con mucha imaginación tiene un tigre de peluche que toma vida cuando los demás no miran, y mantiene con Calvin, su dueño una relación de cariño y descubrimiento del mundo.
A través de los ojos de Calvin vemos cómo el mundo se va haciendo para él y su compañero de peluche. Ese mundo lo van no sólo aprendiendo sino también criticando y diseccionando a través de la singularidad del niño, de su inocencia y de su inteligencia sin manipular por parte del mundo de los adultos.
Todo ello lleva no sólo a la risa, sino también a que el lector se amigue con los protagonistas, siendo ellos una suerte de maestros que le muestran el mundo y que además le sirven de compañeros de visita a ese lugar que descubren. El conocimiento previo del mundo por parte del lector da un punto de ironía, de confrontación entre la realidad y la ficción que vemos.
Watterson se retiró cuando dejó de publicar Calvin y Hobbes. Su trabajo para él había acabado. Además no ve su trabajo con ojos mercantilistas y siempre ha huído de la comercialización extrema de sus personajes y su trabajo. Pero su obra, en varios formatos, sigue disponible para disfrutar de su rotunda calidad.
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