Los géneros de ficción poco a poco van renovándose,
cambiando, volviendo y marchándose. Y en muchas ocasiones van incluso revitalizándose
y tomando una nueva consideración, pasando de ser desechos a ser tomados por
auténticos filones de ficción, cultura y calidad.
Muchos géneros han pasado por ese camino del descrédito a la
gloria. La ciencia ficción, tomada en muchas ocasiones como un género menor,
como un mero divertimento, se ha visto ensalzada a partir de obras como Fahrenheit
451 o 2001: Una Odisea en el espacio.
También el género de terror vivió su revalorización. Durante
años fue denostado y olvidado por los críticos que vieron por fin en el género
una forma distinta de mirar la realidad y al ser humano. Qué decir del género
negro que ahora tiene auténticos maestros literarios y cinematográficos
influyentes en todas las artes.
Algo así intenta la editorial Valdemar con su colección de
novelas del Oeste. En su colección Frontera ofrece grandes clásicos del género
que siempre fue tomado como algo muy menor.
Sin embargo, en el cine, el Western ya lleva años siendo
tratado distinto. Fuente ahora de cultura y de calidad, los críticos hablan de Centauros
del desierto, La diligencia o Las aventuras de Jeremiah Johnson como grandes
epopeyas del ser humano.
La literatura del Oeste, que muchas veces se escribía al día,
que se vendían de baratillo en los kioscos y que con sus tópicos y sus
problemas era disfrutada por un público fiel que sabía lo que encontraría,
ofrece mucho más de lo que parece.
Sólo hay que leer detenidamente los relatos de Dorothy Johnson
o de Alan Le May para comprobar que ahí
hay mucho más de lo que parece. Más que indios, buenos, malos y chicas guapas.
Hay grandes historias del ser humano. Ideas universales y sobre todo una ficción
de la buena.
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