Las noticias con cifras económicas se solapan en los periódicos y en los telediarios. En la sección de cultura también. Sobre la subida del IVA, la no bajada de otros impuestos, lo cara que es la cultura, los recortes de subvenciones, etc.
Pero las cifras más llamativas son las que hablan sobre el arte y las antigüedades. El Gobierno bajó el IVA para ese mercado, que en España parece muy poco activo, pero que mueve mucho más dinero del que parece.
En los noticiarios vemos a pesar de la crisis que cuadros son subastados por millones de dólares. Y suponemos que eso es lo que está buscando el Gobierno, que ese mercado se active en nuestro país.
Las últimas noticias hablan de un Greco vendido por más de 5 millones de dólares o de un Juan Gris vendido por 41 millones de euros. Constantemente se suceden noticias similares con respecto a autores consagrados o poco conocidos. En la misma subasta ha sido vendido un Picasso por 19 millones de euros.
Este mercado del arte, de las colecciones privadas y del lujo sigue activo y proporcionando continuos nuevos contenidos. Las ventas por sumas elevadas se suceden, pero ¿de dónde procede ese dinero? En muchas ocasiones de multimillonarios árabes que quieren coleccionar lo mejor de todas las actividades humanas.
Ese afán coleccionista favorece al arte y al mercado, pero ese dinero rara vez reincide en los artistas. Los noveles no pueden vender su obra en esas subastas. Y los consagrados en muchas ocasiones no reciben más que un porcentaje de las casas de subastas.
Un mercado que florece y que proporciona noticias es bueno. Un mercado que se mueve y que da trabajo y que proporciona esperanza a los artistas. Pero un mercado que no redunda en la parte más importante del arte, la creación.
Pero las cifras más llamativas son las que hablan sobre el arte y las antigüedades. El Gobierno bajó el IVA para ese mercado, que en España parece muy poco activo, pero que mueve mucho más dinero del que parece.
En los noticiarios vemos a pesar de la crisis que cuadros son subastados por millones de dólares. Y suponemos que eso es lo que está buscando el Gobierno, que ese mercado se active en nuestro país.
Las últimas noticias hablan de un Greco vendido por más de 5 millones de dólares o de un Juan Gris vendido por 41 millones de euros. Constantemente se suceden noticias similares con respecto a autores consagrados o poco conocidos. En la misma subasta ha sido vendido un Picasso por 19 millones de euros.
Este mercado del arte, de las colecciones privadas y del lujo sigue activo y proporcionando continuos nuevos contenidos. Las ventas por sumas elevadas se suceden, pero ¿de dónde procede ese dinero? En muchas ocasiones de multimillonarios árabes que quieren coleccionar lo mejor de todas las actividades humanas.
Ese afán coleccionista favorece al arte y al mercado, pero ese dinero rara vez reincide en los artistas. Los noveles no pueden vender su obra en esas subastas. Y los consagrados en muchas ocasiones no reciben más que un porcentaje de las casas de subastas.
Un mercado que florece y que proporciona noticias es bueno. Un mercado que se mueve y que da trabajo y que proporciona esperanza a los artistas. Pero un mercado que no redunda en la parte más importante del arte, la creación.
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