En la cultura, con sus hechos
puntuales, las obras, sucede en muchos casos como con las relaciones
humanas, como con las relaciones personales. Los espectadores, los
receptores de las obras se relacionan con las obras y con el autor de
las mismas como si de alguien conocido se tratara, como si de un
amigo o un amante se tratara.
Se produce así un efecto similar al de
las relaciones personales, hay una ilusión, un estado similar al
enamoramiento con todo lo referente a la obra o al autor. El
espectador o el receptor quiere saberlo todo de la obra y del autor y
compra y busca todo el material referente al autor, todo lo que tiene
que ver con la obra o quien la realizó.
Esta sensación de enamoramiento
explica muchas bibliotecas, muchas filmotecas, muchas discotecas. El
entusiasmo de un momento puntual por un autor llena las estanterías
de un receptor o de un espectador. Las obras más ridículas de un
autor por el que se siente una predilección especial acaban siendo
objeto de busca incansable, acaban siendo compradas pese a que el
mismo autor un día renegó de ellas.
El enamoramiento de un autor, puede
llegar a su fin, igual que se acaba el amor. Y deja después un
rastro en las estanterías y una desilusión grande en el recuerdo.
Un desengaño igual que hubiera sido un desengaño amoroso. Las
palabras que antes parecían sabias parecen ahora estúpidas. Las
obras que se consideraban maestras se saben ahora innecesarias,
vacías, fatuas, absurdas.
Todo el material acumulado se mira
ahora con extrañeza, como un momento de debilidad, como una locura
puntual, tal vez de juventud, y todo lo leído, todo lo visto, todo
lo oído pasa a ser despreciado, como esa persona que un día fue
amada y ya no lo es. Ya no nos produce ese efecto de ilusión, de
amor y de cercanía. Sólo una sensación de estupidez pasada.
Esos engaños, esos enamoramientos
puntuales de las obras y los autores, pasan. Otros, duraderos, quedan
como una auténtica pasión, como el amor de una vida. Pero un amor
que se permite infidelidades, que se permite más compañías, que no
tiene celos ni preocupaciones.
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