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martes, agosto 20, 2013

CANSINOS, LA BOHEMIA Y UN LITERATO

Entre café con media tostada y cuidado de sus hermanas, Rafael Cansinos Assens, paseaba su tristeza por las calles de Madrid. Huérfano y pobre, consigue ganarse la vida a base de publicar artículos en los diarios, a base de traducciones que le darán fama de políglota, de erudito y también de judío o moro.

Paseando por las calles de ese Madrid que está derribando manzanas de casas para construir la Gran Vía, para construir una ciudad moderna que salga de la Puerta del Sol al mundo, que se escape de esa miseria de los pillos que proliferan esperando para vender los diarios de la noche, mientras en las redacciones de los periódicos los componedores esperan pacientemente que aquellos bohemios bigotudos terminen sus artículos.

Los pillos proliferan hasta en las direcciones de los periódicos. Hombres que sirven a los políticos de turno, que no pagan a sus empleados, que exigen tonos políticos hasta en las crónicas literarias. Cansinos se gana la vida en esos diarios, donde demuestra su tino como critico literario, donde hace extrañas amistades.

Pasa las noches por las redacciones y por los cafés, los bares, las tascas de ese Madrid bohemio. En los burdeles escribe sus traducciones, sus artículos. Intelectual y bohemio, respetuoso de sus hermanas novicias, Cansinos escribe sobre los bohemios, sobre los compañeros de fatigas del café con media, sobre los que intentan ganarse la vida asaltando con sus artículos a los que publican diariamente.

El divino fracaso o La novela de un literato dan idea de ese Madrid, de cómo era la vida en esos días. Los nombres de los pillos, de los intentos de escritores, de los pícaros modernos que como el Lazarillo sólo quieren sobrevivir y medrar, se suceden en sus páginas. Desde Buscarini a Alejandro Sawa.

La novela de un literato cuenta su vida en las letras, sus miserias, sus traducciones, su lucha por la supervivencia, cuenta esa bohemia desde dentro, desde la mirada de un escritor que se abre paso en su tiempo y que luego se olvida. Palabras efímeras como todas las de la época.  




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