Pegados al whatsapp, al
facebook o al twitter, emitimos continuamente, nos comunicamos
continuamente, pero corremos el riesgo de sobreexposición, de
hacernos repetitivos. Homer Simpson habla de la comunicación, del
exceso de comunicación como problema de las parejas, aunque podemos
extenderlo a problema en el mundo en general.
Hablar continuamente,
estar en contacto con nuestros amigos, con nuestra pareja, hace que
emitamos información una y otra vez. Puede que en muchos casos lo
que digamos no sea información, puede que sea simplemente ruido
comunicativo, en ese caso no estamos en los peores.
Llega un momento en que
la información se agota. Ya no puede contarse nada más. ¿Nada más?
Nada más, tenemos que decir. Pero aún así seguimos conectados,
seguimos emitiendo ante el peligro de empezar a decir cosas que no
convienen.
El exceso comunicativo
eleva la posibilidad de contravenir las normas de la comunicación de
Grice. Hablaba Grice de unas normas básicas: no de información que
no le pidan, no de información de la que no esté seguro, sea
relevante, aténgase a la conversación que mantiene y la última,
intente ser claro.
Estas normas, cuando
estamos emitiendo por varios canales durante tanto tiempo y con
emisores iguales o similares todo el rato, tienden a romperse. La
repetición es la primera ruptura. Es muy fácil repetirse. Dar
información no relevante es muy sencillo: las redes sociales están
llenas de información casi sin importancia. Ser claro también es
fácil de romper. Quién no se hace el interesante.
Pero el problema de
verdad llega con la veracidad. Esté seguro de lo que dice, de que lo
que dice es real. Lo probable en el lenguaje está muy cerca de lo
posible. Cambiar un tiempo verbal hace que algo que tal vez pudiese
suceder sea seguro, haya pasado y sea incontrovertible.
El exceso comunicativo,
rompiendo las normas de Grice, puede convertir las relacione sociales
y personales en un infierno. Aburriendo a los amigas y a la pareja,
mintiendo o exagerando la realidad, expresándonos de una manera
oscura o incorrecta y dando información sin importancia.
Sin embargo, el hombre
es un ser comunicativo, un ser que ha inventado el lenguaje y miles
de formas de transmitirlo. ¿Cómo es posible por tanto que dejemos
de hacerlo? ¿Cómo no romper las normas de Grice? ¿Cómo no emitir
continuamente? La desconexión, me temo, es imposible.
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