El tema del Apocalipsis
del que hablábamos ayer, parece más vigente que nunca. El contexto
social y económico va desmoronando el mundo que conocemos y el arte
se hace eco de eso, se hace eco de esa realidad, mostrando mundo que
se acaban, mundos en peligro, mundos que necesitan (como su economía)
rescate. Durante las últimas semanas se agolpan en la taquilla
películas sobre el tema.
En Pacific Rim
un grupo de monstruos va atacando la Tierra y destruyendo, como
sucede siempre, una serie de grandes ciudades con sus conocidísimos
monumentos. Para poder paliar esa amenaza de los monstruos, se pone
en marcha un programa con robots para que puedan salvar al mundo de
su destrucción. Claro recuerdo de Mazinger Z y de sus historias de
robots gigantes y monstruos, el mundo en peligro ha de ser salvado en
esta película. El apocalipsis ha de ser detenido. Y para fascinación
de los espectadores que ven como el mundo real no puede salvarse, el
mundo ficticio se salva.
Otra película de un
cariz similar es Elysium. Un mundo post apocalíptico que se
ha destruido y que se ha quedado doblado en dos, la zona de los ricos
en una estación espacial y la de los pobres llena de enfermedades y
pobreza en zonas derruidas, un grupo intenta que el mundo sea más
justo, que la tecnología que protege y cuida a los ricos llegue a
todos. El apocalipsis no ha podido ser evitado, pero sus
consecuencias pueden ser aliviadas.
La última película de
temática apocalíptica que nos ofrece la cartelera es Guerra
Mundial Z. Un clásico de la ciencia ficción, un clásico de los
apocalipsis, los Zombis. Esos seres que han muerto y que despiertan a
la vida nuevamente, o que han sido infectados por una enfermedad que
los hace atacar a otros humanos, han acabado con la tierra varias
veces (28 días después es un gran ejemplo de ello). En este caso,
una enfermedad asola la tierra. Y un científico de la ONU intentará
salvar la situación, intentará evitar que la Tierra y el ser humano
desaparezcan.
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