En un cuento de Medardo Fraile, su
protagonista pasea mientras descubre la nada. Nada sucede durante el
cuento, simplemente hay un paseo y el descubrimiento de esa nada, de
que nada es nada. Contar la nada es muy complicado. No hablo de
contar el nihilismo, la sensación de vacío e intrascendencia, se
puede narrar a través de personajes que la experimentan.
Lo difícil es contar la nada. Contar
hechos sin hechos. Narrar días iguales a otros días. La literatura
se centra en narrar hechos distintos, hechos diferenciales. No
hablamos sólo de gestas heroicas, asesinatos o relatos de hechos
cambiantes, sino de contar los elementos fundamentales de la vida de
un personaje.
¿Pero como hacerlo para contar hechos
no diferenciales? ¿Para contar hechos que no sólo no son
importantes en sí mismos, sino que tampoco lo son para la vida de
esos personajes de los que hablamos? ¿Cómo hacerlo para contar la
nada? O más bien ¿Qué impotancia tiene el hecho que contamos? ¿Por
qué hemos de narrarlo?
Contar la nada, la ausencia de
trascendencia es muy complicado. Muchos cuentos de Roberto Bolaño,
iguales a sí mismos, viajes de personajes relacionados con la
literatura, bares, restaurantes, hoteles vacíos. Carreteras
polvorientas. Carreteras húmedas. Traductores. Escritores. Exiliados
chilenos o de cualquier otro país sudamericano. La misma historia en
la que no pasa nada. Gentes que se conocen vagamente, que tienen
conocidos cercanos, que se relacionan a través del pasado, o de su
gusto por la literatura.
Y luego la nada. La ausencia de
sucesos. La narración vacía de acontecimientos. Tal vez llena de
sensaciones de desarraigo o tristeza. Tal vez artificio literario en
el que lo que no se cuenta es lo importante. O el trabajo de escribir
el mismo cuento una y otra vez siendo el mismo y otro diferente a la
vez. O tal vez la vida puesta al microscopio, poniendo un ojo que
sigue a los que actuan en ella. Y viendo su infinita vacuidad. El
vacío que lo envuelve todo.
Se puede contar la nada. Lo realmente
difícil es que la nada interese. Que la nada sea leída. Leer la
nada y que no aburra. Descubrirla como en el cuento de Fraile un día
mientras paseamos por un libro y que no nos soprenda ese
descubrimiento, que nos parezca algo que siempre ha estado ahí y que
de repente se presenta. Sin más.
3 comentarios:
Que grande Medardo Fraile, al igual que Javier Tomeo, ambos ya, en otra dimensión.
Gracias por traernos a este escritorazo. Los que no lo conozcan, que creo serán mayoría, que lean ya algo de su obra.
Haced caso al Kebran, chicos.
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