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jueves, junio 20, 2013

EL AIRE DE LA CALLE, UNA AUTOBIOGRAFÍA

Más que una canción, El aire de la calle, es una definición. Miguel Benítez, uno de los componentes de los Delinquentes, se define a sí mismo en la canción. Cuenta la historia de quién es, de cómo ha llegado a cantar esa canción, de cómo es y de cómo ha sido su vida.

Años después de su muerte, Marcos, El Canijo, la segunda voz del grupo, su amigo del alma, el que siempre había compartido su vida, lloraba al cantarla. Porque sabía que todo lo que decía Miguel en esa canción era verdad. Porque esa canción es el mismo Miguel. Es la vida que ambos habían llevado.

La canción es un canto a la despreocupación. A la diversión. No deja de tener un tono triste. Una tristeza que con los años se ha ido acumulando. La canción es una autobiografía de Miguel. Se levanta temprano. Sin obligaciones. Sin nada que hacer y nada que le preocupe. Fumando flores. Pantalones sin bolsillo, sin necesidad de dinero. Todo el día pensando en cantar, sin más. Con una guitarra y una cama buscando la felicidad.

Otras canciones del grupo, antes y después, tendrán el mismo tono de huida, de despreocupación, de mostrarse fuera de la sociedad de una manera sabia y consciente. Pero ninguna de una manera tan real como esta. Ninguna de una manera tan cierta y tan consciente. La libertad como opción personal. Más allá del dinero. Más allá del amor. Más allá de todo.

La libertad. La despreocupación. La felicidad. Trabajar en la nada, para nada. Trabajar en la propia felicidad sin más. Así eran los días de Miguel Benítez. Así los enseña en esta canción que en los conciertos del grupo El Canijo no tenía que cantar, la gente sola la cantaba, sin música, sin que el grupo tocara, ni dijara nada.

Muchos grupos, muchas canciones son autobiográficas, pero ninguna me parece tan real y tan cierta como esta. Miguel vivió y murió así. Siempre libre. Sin más preocupación que cantar lo que quería y tener una cama donde dormir. Una canción que es el espíritu del grupo y de sus seguidores. La alegría por encima de todo. La alegría como las flores, que crecen hasta en el cielo, para los amigos que allí tenemos.  




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