La ficción tiene el podre de fijar
nuestros deseos. Unas veces los crea, mostrándonos algo que parece
tan bueno que no hay más remedio que desearlo. Otras veces los
recrea, mostrando lo que ya estaba en nuestra cabeza, lo que
queríamos. Otras veces los varía, dando tonos diferentes a lo que
queríamos, dando unas pinceladas de felicidad en lo que nosotros ya
habíamos planeado con anterioridad.
La ficción tiene, pues, el poder de
influir en lo que deseamos. Y si tiene ese poder, influye en nuestro
comportamiento, porque queremos conseguir lo que deseamos. Y queremos
conseguirlo tal y como lo deseamos. En la ficción eso que deseamos
es conseguido mediante unos medios, así que nada mejor que copiar
ese comportamiento para conseguir nuestro deseo.
Por lo tanto, la ficción, desde el
campo de la imaginación, modifica continuamente el mundo, porque
modifica a las personas que viven en él. Y las modifica de la única
manera en que es posible modificar el comportamiento y el pensamiento
humano: individualmente. La ficción nos cambia de uno en uno para
transformarnos, uno a uno en otra cosa diferente.
No sorprende, por lo tanto, que cada
vez que se repone Pretty Woman los índices de audiencia sean
tan altos. Está mostrando un deseo a través de una ficción. Es el
objetivo al que se quiere acceder, la realidad a la que se quiere
optar. Un hombre guapo, rico, caballeroso que se fija en una chica a
pesar de su condición y su trabajo y que se enamora de ella igual
que ella se enamora de él. Un deseo común que se ve expuesto y que
se refleja en la realidad al día siguiente.
El final de Notting Hill es otro
ejemplo. Suena She, interpretada por Elvis Costello, y
nuevamente un hombre y una mujer de distintas procedencias sociales,
se han conocido y se han enamorado y viven, mientras suena esa
canción, mientras suena “ella el espejo de mis sueños (...)
tomaré sus lágrimas y su risa y haré de ellas mi souvenir” se ve
un futuro que es deseable por sí mismo, pero más aún al verlo
representado de una forma casi posible.
Y como con estos dos ejemplos con
muchos otros. Sueños que se convierten en una realidad por un
instante en la ficción y que a través de ahí acaban por parecer
posibles en la realidad, porque esa ficción presenta un mundo con
unas cualidades calcadas del real. Y así, además de muchas otras
maneras, transforma la ficción a la realidad convirtiéndola en otra
realidad distinta, pero nunca en la ficción. Porque nunca nada es
tan perfecto como lo es en la ficción.
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