Me contaba Felipe en el bar que le
habían despedido. Tenía un trabajo estupendo, que nunca supe cómo
encontró y cómo tuvo tanta suerte. Consistía en dormir con una
señorita. Nada más. Él tenía que estar en la habitación de la
chica cuando ella se fuera a la cama. Meterse con ella y abrazarla o
dejarse abrazar.
Era un osito de peluche humano. La
chica no podía dormir sin él. Esto le había permitido conocer
mucho mundo, porque la chica era una guapa heredera con un avión
privado a su disposición que había recorrido medio mundo. En ese
medio mundo buscó dormir sin su acompañante, pero no pudo. Así que
Felipe cobraba un buen montón de dinero y se acostaba cada noche con
una chica muy rica y muy guapa.
Eso le privaba de acostarse durante la
noche con otras mujeres. Pero él lo prefería. Les hacía el amor y
no dormía con ellas. Llevaba dos años viviendo en la gloria. El
trabajo tenía problemas, claro. Tenía que olor siempre bien. A
osito de peluche. Y tenía que tener buen aliento. Y sobre todo tenía
que ser respetuoso. Tenía que abrazar, pero no lúbricamente.
Cualquier pulsión sexual conllevaba el despido.
Para ello Felipe se masturbaba
compulsivamente antes de acostarse con la chica. Llegó el día en
que podía acostarse con ella sin sufrir problemas nocturnos. Todo es
cuestión de acostumbrase. Pero un día la cosas cambió. Hacía
mucho calor. Felipe había estado muy ocupado y no había podido
aliviarse más que dos veces. La chica dormía medio desnuda. Su piel
era suave. Su pelo negro olía a embriagantes flores recién
florecidas. Y al estar tumbada se le escapó un pecho.
Felipe no pudo resistir y sufrió una
violenta erección. Consiguió disimularla dándose la vuelta. Pensó
en escapar cuando la chica estuviera dormida. Iría al baño y se
aliviaría. Pero ella no podía dormir y se abrazó a su osito,
notando una dureza inexplicable a la altura de la cintura. La chica
metió mano allí y alucinó.
Total, que Felipe y la chica praticaron
sexo. Él estaba muy contento porque esto le daba a su trabajo lo que
le faltaba. Pero al día siguiente la chica le despidió. Felipe le
pidió explicaciones y ella contestó: “los ositos de peluche no se
empalman”. Así que ahora está sin trabajo. Si alguien necesita un
osito de peluche humano que le llame o deje mensaje aquí. Es
económico y tiene experiencia. Y promete no volver a hacerlo.
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