Lo tradicional tiene un gran peso entre
nosotros. La moral tradicional se muestra tan fuerte que atrae hacia
sí a aquellos que siempre han estado fuera de su órbita. Los
homosexuales, que durante mucho tiempo han sido brutalmente
expulsados de todo lo tradicional y que además han sido
vilipendiados por medios aún más tradicionales y reaccionarios, se
veían tan atraídos por la forma de vida tradicional que una de sus
reivindicaciones históricas era poder formar matrimonios y familias
iguales a los heterosexuales. Tanto peso tenía lo tradicional que
los que estaban fuera de ello lo veían como algo deseable, como una
aspiración.
Sucede continuamente, lo tradicional,
lo normativo, se percibe como lo más estable y feliz y deseable. De
ahí que los que se encuentran en los extremos de esa tradición
quieran arrimarse al centro, disfrutar de los alicientes que la
tradición puede ofrecerles.
Lo mismo sucede en música, literatura
o cine. Los relatos más alejados de lo tradicional son los que
tienen más problemas para ser aceptados y entendidos. Y son los que
están más cerca de lo ya conocido los que triunfan. El riesgo de lo
desconocido es enorme, de ahí que se acerquen a la tradición, a lo
usual para ser comprendidos. Las vanguardias de cualquier arte se
estudian como bichos raros, como elementos perturbadores, con zonas
de máxima belleza, pero con un futuro difícil por su alejamiento de
lo más comprensible.
Y pasados los años, la vanguardia cae
en el olvido de lo incomprendido o es asimilada por la tradición a
costa de volver a esa vanguardia una parte más de la tradición.
Porque al final todo arte superviviente se convierte en eso, en
tradición, en norma. Ese es el gran éxito, formar parte de la
entraña íntima de un pueblo, formar parte de la tradición.
La consagración de la primavera, Poeta
en Nueva York, Ulises, Un perro andaluz, La noche transfigurada,
Pedro Páramo, Metrópolis, acaban por formar parte de la tradición
y acomplándose a ella no para crearla nueva, sino para renovarla
minímamente y poder así, seguir sobreviviendo. Y sobrevivir es uno
de los objetivos, o consecuencias, de todo arte.
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