Stevie Nicks no tiene manos. Va toda
resguardada en un chal de color rosado y lleva un vestido amarillo
que le llega hasta los talones. No tiene pechos. No tiene manos. Se
ven unos tacones enormes. Pero podría no tener pies.
Stevie Nicks va puesta de cocaína.
Suena el piano. Espera un momento, quédate conmigo un momento. Me
dijiste que me darías luz, pero nunca me hablaste del fuego. Y el
fuego sale de los ojos de Stevie Nicks, porque la luz se la está
comiendo.
El pelo revuelto y rematado en un moño.
Todo el rato está como bailando mecida por sus propias manos metidas
dentro de ella misma. Y suena todo muy dulce y muy sensual. Porque
Sara, tú eres el poeta en mi corazón. Pero ahora me has marchado. Y
Stevie Nicks hace y deshace nudos.
Se pasea por el escenario como si
estuviera en una nebulosa. Baila como mecida por el viento. Stevie
Nicks va puesta de cocaína y no tiene brazos ni piernas, sólo está
siendo mecida por las alas de la tormenta.
Una mano le sale de repente y agarra el
micrófono y dice Sara tú eres el poeta en mi corazón. Baila con
esa mano. Deambula por el escenario. Un millón de hombres están
enamorados de ella ahora mismo. Miles de niñas se llaman Sara por su
forma de cantar esta canción. Y ella está triste y drogada, se
sienta rota y abandonada porque el guitarrista ya no la querrá más.
Porque tiene que seguir su propio camino.
Puede que minutos después Buckimghan
cante Go your own way. Sara es el poeta en mi corazón. Stevie Nicks
es el fuego apacible que lo consume todo. Que parece que se va a
romper en ese escenario si alguien no lo remedia. Pero termina la
canción y no se rompe. Sara you're the poet in my heart, never
change, never stop.
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