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martes, junio 25, 2013

CONTAR LA NADA

En un cuento de Medardo Fraile, su protagonista pasea mientras descubre la nada. Nada sucede durante el cuento, simplemente hay un paseo y el descubrimiento de esa nada, de que nada es nada. Contar la nada es muy complicado. No hablo de contar el nihilismo, la sensación de vacío e intrascendencia, se puede narrar a través de personajes que la experimentan.

Lo difícil es contar la nada. Contar hechos sin hechos. Narrar días iguales a otros días. La literatura se centra en narrar hechos distintos, hechos diferenciales. No hablamos sólo de gestas heroicas, asesinatos o relatos de hechos cambiantes, sino de contar los elementos fundamentales de la vida de un personaje.

¿Pero como hacerlo para contar hechos no diferenciales? ¿Para contar hechos que no sólo no son importantes en sí mismos, sino que tampoco lo son para la vida de esos personajes de los que hablamos? ¿Cómo hacerlo para contar la nada? O más bien ¿Qué impotancia tiene el hecho que contamos? ¿Por qué hemos de narrarlo?

Contar la nada, la ausencia de trascendencia es muy complicado. Muchos cuentos de Roberto Bolaño, iguales a sí mismos, viajes de personajes relacionados con la literatura, bares, restaurantes, hoteles vacíos. Carreteras polvorientas. Carreteras húmedas. Traductores. Escritores. Exiliados chilenos o de cualquier otro país sudamericano. La misma historia en la que no pasa nada. Gentes que se conocen vagamente, que tienen conocidos cercanos, que se relacionan a través del pasado, o de su gusto por la literatura.

Y luego la nada. La ausencia de sucesos. La narración vacía de acontecimientos. Tal vez llena de sensaciones de desarraigo o tristeza. Tal vez artificio literario en el que lo que no se cuenta es lo importante. O el trabajo de escribir el mismo cuento una y otra vez siendo el mismo y otro diferente a la vez. O tal vez la vida puesta al microscopio, poniendo un ojo que sigue a los que actuan en ella. Y viendo su infinita vacuidad. El vacío que lo envuelve todo.

Se puede contar la nada. Lo realmente difícil es que la nada interese. Que la nada sea leída. Leer la nada y que no aburra. Descubrirla como en el cuento de Fraile un día mientras paseamos por un libro y que no nos soprenda ese descubrimiento, que nos parezca algo que siempre ha estado ahí y que de repente se presenta. Sin más.  






3 comentarios:

Kebran dijo...

Que grande Medardo Fraile, al igual que Javier Tomeo, ambos ya, en otra dimensión.

Kebran dijo...

Gracias por traernos a este escritorazo. Los que no lo conozcan, que creo serán mayoría, que lean ya algo de su obra.

Rubén dijo...

Haced caso al Kebran, chicos.