La linealidad en las
narraciones, ir desde el principio hasta el final, fue puesto en duda
desde hace mucho tiempo. En una subversión absoluta de los términos
ha sucedido que muchos autores han narrado sus obras al revés, no
porque empiecen desde el final, sino porque cuentan linealmente hacia
atrás.
El más destacable
ejemplo de eso en la literatura es quizás La flecha del tiempo del
tan comentado en este blog Martin Amis. Amis construye una obra que
cuenta hacia atrás la historia de un hombre, que va pasando de ser
un héroe para nosotros, un médico que salva vidas, un hombre que
tiene ciertas carencias afectivas a convertirse en algo mucho peor.
El pasado de ese
hombre que vamos conociendo lentamente, con la misma sorpresa que el
mismo personaje, nos lleva a sus atrocidades, en su trabajo en un
campo de exterminio nazi, en sus investigaciones que usará con
convencimiento y saña. De ese pasado le hemos conocido liberado en
el futuro, convertido en médico.
La tesis de Amis en
la novela es que el tiempo, al morir retrocede y que vivimos la vida
en sentido contrario, como rebobinando para devolverla por fin al
video club o para poder volver a vivirla.
Algo similar idearon
los hermanos Nolan en Memento, aunque con mayores complejidades a la
hora de contar la historia. Un hombre sin memoria reciente que quiere
vengar la muerte de su mujer, que tiene que fotografiar y tatuar
mensajes en su cuerpo para recordar.
Pero la película,
contada hacia atrás desde su deslance que es lo primero que vemos,
nos muestra los callejones oscuros de la vida de ese hombre que nos
parece también heroico, pero que al final se presenta como un hombre
que se aprovecha de su propia enfermedad, de su olvido para seguir
viviendo una vida que se ha inventado.
La película, que
podría verse igual y se disfrutaría igual, aunque con distinto
argumento, si se proyectara en dirección contraria muestra la
fragilidad de la vida y de la memoria, y sobretodo del ser humano,
que se aferra a su vida, a lo que le queda de ella pese a quien pese.
Una historia sin buenos, llena de malvados y aprovechados y asesinos.
El sentido del
tiempo invertido por las ficciones, jugando con el espectador y
llegando a plantear la pregunta de si realmente el tiempo puede
hacernos distintos de los que un día fuimos.
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