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martes, febrero 03, 2015

MARTIN AMIS CONTRA LOS MARCIANITOS


Entre los autores literarios hay todo tipo de adicciones. El alcohol ha podido con muchos, como Poe, y los ha llevado más allá del delirium tremens, sacando sus peores monstruos y llevándolos a ser algo menos que humanos. Otros han tenido en las drogas su problema, desde el opio hasta las más modernas, llevados por las visiones alucinógenas han creído encontrar un mundo nuevo. Pero ninguna de esas adicciones es tan extraña como la de Martin Amis.

Considerado un niño prodigio de la literatura desde que publicara El libro de Rachel en 1973, Amis ha coleccionado grandes obras en su haber como Dinero, Niños Salvajes o Campos de Londres. Pero a mediados de los 80 una obra autobiográfica contaba una realidad de su persona que se había convertido en adicción: los videojuegos.

En los 80 los videojuegos se distinguían por sus pobres gráficos y por estar presentes en salones recreativos o bares. Había que echar monedas para jugar y te enfrentabas siempre a una máquina que te daba la oportunidad de seguir jugando por una moneda más cuando aparecía el famoso Game Over en la pantalla.

Pues a esos videojuegos de los 70 y los 80, Invasores del espacio, Galaga, Ghost and Goblins o Golden Axe era adicto Amis, que mientras escribía Dinero, una de sus grandes obras, se pasaba los días echando monedas en los recreativos, intentando vencer a la máquina, llegar al monstruo final y acabar con él.

La editorial Malpaso recupera esta rareza dentro de la producción de Amis y de la literatura mundial, donde el autor confiesa su adicción a las máquinas y su lucha contra los malos de los videojuegos. Una lucha mucho mayor que la que ha tenido con sus novelas, y que puede asemejarse a la que mantiene desde hace años con los críticos, a los que para su desgracia, no puede vencer echando más y más monedas.


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