Tras la violenta
irrupción de las vanguardias en el panorama artístico europeo de
las primeras décadas del siglo XX, pronto llegó una rehumanización
en el arte que lo convirtió de nuevo en un instrumento humano para
la mayor comprensión por parte del público, para también para que
el arte fuera una forma de expresión universal y no un instrumento
de los pocos iniciados en la cultura vanguardista.
Los poetas españoles
de la Generación del 27 estuvieron tocados por ambos movimientos,
primero por las vanguardias (surrealismo, futurismo) y después
rehumanizaron la poesía volviéndola a la realidad y afrontando la
vida del hombre como elemento fundamental de la escritura.
En ese proceso de
rehumanización, de vuelta a lo humano y de mezcla con lo popular
tiene especial importancia para un grupo de estos poetas del 27 la
figura de Ignacio Sánchez Mejías. El torero, amigo de Lorca,
influyó en un procesó de neopopularismo que ya estaba presente en
la mente y en las obras de Lorca o Alberti.
La elegía que Lorca
dedicó al difunto poeta es buen ejemplo de ello, pero la presencia
de la tauromaquia en el resto de la obra lorquiana o de las
composiciones de Alberti apuntala la relación que estos poetas
tenían con Sánchez Mejías y con el mundo que representaba.
El 13 de agosto de
1934 Sánchez Mejías muere y Lorca crea el mito del torero que
probablemente hubiera pasado mucho más desapercibido si no hubiera
perdido la vida en la plaza. En Manzanares, plaza donde murió, se le
tributa un homenaje anual al torero inmortalizado por la poesía, el
torero poeta que murió para gloria de la literatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario