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sábado, agosto 30, 2014

DONDE ESTÁ THOMAS MANN


Exiliado en Estados Unidos, Thomas Mann dijo, probablemente con una mezcla de vanidad y soberbia, ante las acusaciones de que los nazis estaban destrozando Alemania: Donde esté yo, está Alemania.

Aparte del gran concepto de sí mismo que tenía el autor alemán, la frase viene a reflejar otra cosa, el alma de un país está no en sus gobernantes ni en sus políticos, ni, en muchas ocasiones, en la historia de las cosas que le han sucedido a ese pueblo.

El alma de ese pueblo, la verdadera raíz y lo auténtico, lo que hace que ese pueblo, que ese lugar sea así, está en su lengua, en su cultura y en la gente que se encarga de que esa lengua y esa cultura prosperen y sean mejores.

La política exterior norteamericana, dice un amigo, me repugnará siempre, pero lo que me hace admirar aquel lugar es su cultura, su capacidad para generar novelas, películas o series. Y tanto como su cultura su contracultura.

Un ejemplo más de que lo hacen los que gobiernan tiene sólo una importancia relativa. Nos limita y nos afecta sólo en el ahora. La cultura, la lengua, la ficción de un país va más allá del ahora, se traslada hacia el futuro para hacer que ese lugar tenga grandeza o miseria, tenga una historia que contar o deje que sean los demás, que sean los acontecimientos y los documentos oficiales los que cuenten esa historia.

La España en crisis del 98 no es recordada por sus ineptos políticos o por su clase social abigarrada y retrógrada. Es recordada por Baroja, Unamuno, Machado y Azorín. Por aquellos que escribieron en sus ficciones la historia de su tiempo de una forma más indeleble que todo lo demás, que todas esas crisis sociales y económicas, que todos los malos gobiernos y gobernantes que les tocó soportar.

En la España en crisis de hoy serán una nota a píe de página los presidentes autonómicos y sus gregarios, los ministros de Hacienda o Cultura o Educación. El daño que hagan ahora se olvidará. La historia que cuenten los escritores, los pintores, los directores de cine, será la que guarde el futuro.

La molestia de hoy será olvido mañana. Sólo hay que esperar. Y poder estar vivo mientras se espera.



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