La película más taquillera del cine español es una comedia sobre los localismos, sobre como los tópicos se estabilizan y contribuyen a crear una realidad. En las películas esos tópicos se utilizan y se contrarían para crear humor. Es fácil hacerlo.
En el cine francés sucede tres cuartos de lo mismo, es una película sobre localismos, sobre las diferencias entre la Francia del sur y la Francia del norte. Bienvenidos al Norte es el título de la película, un éxito rotundo.
Que los localismos den lugar a ficciones exitosas es previsible. Incluso los más inteligentes humoristas los utilizan. Sólo que esos humoristas dan versiones distintas. Seindfeld utiliza los tópicos y los localismos, los de Nueva York y las familias judías que viven allí.
Muchos humoristas utilizan esos chistes locales en sus monólogos. Murcianos y su forma peculiar de hablar, catalanes y su proverbial tacañería, andaluces y su afición por la fiesta, la diversión y las pocas ganas de trabajar, los valencianos y su afición a quemar cosas, los madrileños y su chulería...
Es todo un surtido de recursos humorísticos que funcionan lo queramos o no, que hacen que sonriamos y riamos. Pero con una gran excepción, muchos de esos localismos están muy contextualizados. Fuera del ámbito propio no funcionan. Por eso Bienvenidos al Norte no hace demasiada gracia en español. Y por eso Ocho apellidos vascos no debe hacer mucha gracia fuera de España.
Un recurso habitual y gracioso, apropiado si no cae en el tópico y que funciona. El localismo siempre funcionará en el humor, siempre que no se use con exceso, siempre que no sea el único recurso que tenga una ficción.
En el cine francés sucede tres cuartos de lo mismo, es una película sobre localismos, sobre las diferencias entre la Francia del sur y la Francia del norte. Bienvenidos al Norte es el título de la película, un éxito rotundo.
Que los localismos den lugar a ficciones exitosas es previsible. Incluso los más inteligentes humoristas los utilizan. Sólo que esos humoristas dan versiones distintas. Seindfeld utiliza los tópicos y los localismos, los de Nueva York y las familias judías que viven allí.
Muchos humoristas utilizan esos chistes locales en sus monólogos. Murcianos y su forma peculiar de hablar, catalanes y su proverbial tacañería, andaluces y su afición por la fiesta, la diversión y las pocas ganas de trabajar, los valencianos y su afición a quemar cosas, los madrileños y su chulería...
Es todo un surtido de recursos humorísticos que funcionan lo queramos o no, que hacen que sonriamos y riamos. Pero con una gran excepción, muchos de esos localismos están muy contextualizados. Fuera del ámbito propio no funcionan. Por eso Bienvenidos al Norte no hace demasiada gracia en español. Y por eso Ocho apellidos vascos no debe hacer mucha gracia fuera de España.
Un recurso habitual y gracioso, apropiado si no cae en el tópico y que funciona. El localismo siempre funcionará en el humor, siempre que no se use con exceso, siempre que no sea el único recurso que tenga una ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario