Hacia finales de los 80 eran habituales los ciclos cinematográficos en la televisión. Ciclos de actores como Rocío Durcal o Chaplin o ciclos de una temática como el humor o el musical llenaban las noches televisivas antes del nacimiento de los audímetros.
Uno de esos ciclos de actores ocupaba a un pequeño actor francés que hacía comedias y que tenía una personalidad y una voz que ocupaba toda la pantalla: Louis de Funes. Con sus personajes indignados y gritones Funes hacía reír en sus películas que no tenían más pretensión que esas de hacer pasar un buen rato a los espectadores.
Funes, hijo de españoles inmigrantes a Francia, representaba casi siempre el personaje de un hombre que acababa perdiendo los nervios, que acababa por salirse de su quicio. Además casi siempre era un hombre mezquino, egoísta y que sólo pensaba en sí mismo.
Con ese personaje, variado en diferentes matices y con unas historias y un contexto que variaban, Funes hizo historia en el cine francés y también en las sesiones dobles y los ciclos televisivos españoles.
Fantomas, el Rabbi Yaakov o el gendarme que recorre Francia viviendo aventuras, son personajes que popularizaron al actor y que consiguieron para él la fama y para los demás mucha diversión.
Pero como el éxito no siempre es bien visto, Funes y su cine han sido ninguneados en muchas ocasiones, tachado de humor fácil. Mientras él caía en es descrédito Jacques Tati con su humor silencioso y poco dado a la carcajada era elevado a la categoría de genio.
Ahora se cumplen 100 años del nacimiento de Funes y sus películas con comentadas, pero no se pueden ver en televisión y difícilmente en otros formatos. Pero siempre que se vea uno de sus trabajos podrá comprobarse que Funes siempre conseguía su propósito: hacer reír.
Uno de esos ciclos de actores ocupaba a un pequeño actor francés que hacía comedias y que tenía una personalidad y una voz que ocupaba toda la pantalla: Louis de Funes. Con sus personajes indignados y gritones Funes hacía reír en sus películas que no tenían más pretensión que esas de hacer pasar un buen rato a los espectadores.
Funes, hijo de españoles inmigrantes a Francia, representaba casi siempre el personaje de un hombre que acababa perdiendo los nervios, que acababa por salirse de su quicio. Además casi siempre era un hombre mezquino, egoísta y que sólo pensaba en sí mismo.
Con ese personaje, variado en diferentes matices y con unas historias y un contexto que variaban, Funes hizo historia en el cine francés y también en las sesiones dobles y los ciclos televisivos españoles.
Fantomas, el Rabbi Yaakov o el gendarme que recorre Francia viviendo aventuras, son personajes que popularizaron al actor y que consiguieron para él la fama y para los demás mucha diversión.
Pero como el éxito no siempre es bien visto, Funes y su cine han sido ninguneados en muchas ocasiones, tachado de humor fácil. Mientras él caía en es descrédito Jacques Tati con su humor silencioso y poco dado a la carcajada era elevado a la categoría de genio.
Ahora se cumplen 100 años del nacimiento de Funes y sus películas con comentadas, pero no se pueden ver en televisión y difícilmente en otros formatos. Pero siempre que se vea uno de sus trabajos podrá comprobarse que Funes siempre conseguía su propósito: hacer reír.
No hay comentarios:
Publicar un comentario