Las visitas a
lugares de enorme patrimonio se suceden durante la época estival.
Esos lugares están ahora centrados en eso, mostrar lo que fueron,
ser ejemplo de lo que el ser humano hizo en tiempos anteriores y
mostrar lo que pudo hacerse, el mérito enorme que tuvieron los que
lo hicieron.
Ese patrimonio,
inmenso en nuestro país y en muchos otros, está ahí para disfrute
de todos, las autoridades, en mucho caso insuficientemente e incluso
negligentemente, lo cuidan y lo exhiben, muestran aquello que es
destacable y lo protegen para que perdure y llegue a próximas
generaciones.
Pero ese patrimonio,
visitado durante el verano especialmente, es también en verano más
frágil que nunca. Fragmentos que se roban, turistas que lo maltratan
sin saber que aquello que hacen puede ir en perjuicio del conjunto
que visitan.
Tener un fragmento
de una obra maestra , de una obra que está en los libros de texto,
en casa es una gran tentación. Incluso robarlo para guardarlo y
luego que resulte innecesario y deshacerse de él. O subastarlo en
internet para conseguir con ello un poco de dinero.
Todo esto puede
acabar con el patrimonio como está acabando con Pompeya, cuyos
mosaicos, piezas, y piedras están a la venta en muchos sitios y cuya
protección es, según parece insuficiente. Un hombre ha sido
detenido. Solo uno de los muchos que para tener un recuerdo de
aquello que visitan, roban el patrimonio, lo maltratan y lo echan a
perder.
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