Mientras ven una película de miedo, Bart le dice a Lisa, si no miras a la pantalla nunca te acostumbrarás a la violencia. Y tiene mucha razón Bart, ver la violencia acaba por acostumbrar y acaba por no despertar en nosotros dolor, temor o asco, simplemente acaba convertida en un espectáculo.
Viendo películas antiguas comprobamos como la violencia era filmada de una manera muy diferente. Las coreografías de las películas actuales dejan a aquellas películas de los 50, los 60 y los 70 en meras peleas de vecinos que se decidían en unos cuantos puñetazos hasta que uno de los malos acaba por quedar inconsciente.
Eso ha terminado por crear un cine distinto, un cine en el que la violencia, la acción es lo más importante. Películas donde robots o monstruos aparecen con todo lujo de detalles hacen que esa violencia sea el centro de atención del espectador que acaba acudiendo precisamente por esa presencia a los cines.
Es decir, que la violencia no contribuye al desarrollo de la película, de su argumento, sino que conforma la base principal del espectáculo. Y en una espiral que no hace más que crecer y crecer, va evolucionando y complicándose a medida que van pasando los años y las películas, haciendo que sean cada vez más increíbles, menos ciertas, más aburridas.
Ver cómo caen los muertos en películas bélicas de los 50 o 60, o como filma Hitchcok la violencia, de una forma indirecta y tensa, haciendo notar que realmente la muerte de una persona es un acto extraordinario, duro, violento, desagradable, algo que afecta tanto al agredido como al agresor, muestra una violencia más real, mucho más cierta que la violencia banalizada de las películas actuales.
Viendo películas antiguas comprobamos como la violencia era filmada de una manera muy diferente. Las coreografías de las películas actuales dejan a aquellas películas de los 50, los 60 y los 70 en meras peleas de vecinos que se decidían en unos cuantos puñetazos hasta que uno de los malos acaba por quedar inconsciente.
Eso ha terminado por crear un cine distinto, un cine en el que la violencia, la acción es lo más importante. Películas donde robots o monstruos aparecen con todo lujo de detalles hacen que esa violencia sea el centro de atención del espectador que acaba acudiendo precisamente por esa presencia a los cines.
Es decir, que la violencia no contribuye al desarrollo de la película, de su argumento, sino que conforma la base principal del espectáculo. Y en una espiral que no hace más que crecer y crecer, va evolucionando y complicándose a medida que van pasando los años y las películas, haciendo que sean cada vez más increíbles, menos ciertas, más aburridas.
Ver cómo caen los muertos en películas bélicas de los 50 o 60, o como filma Hitchcok la violencia, de una forma indirecta y tensa, haciendo notar que realmente la muerte de una persona es un acto extraordinario, duro, violento, desagradable, algo que afecta tanto al agredido como al agresor, muestra una violencia más real, mucho más cierta que la violencia banalizada de las películas actuales.
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