Si hay algo que
distingue a El Quijote del resto de novelas es su invención de la
ficción como material ficcionable, es decir, de la invención de la
ficción como elemento que puede aparecer como real en la ficción.
Ya La Celestina muestra algo parecido en su parodia constante del
amor cortés y de la literatura que este fenómeno inspiraba, pero El
Quijote es quien inventa la modernidad en la literatura, muchos años
antes de que todo fuera moderno.
Y ese esquema se ha
repetido infinidas de veces. Incluir personajes ficticios en mundos
ficticios que parecen reales. O incluir personajes reales en mundos
ficitios. Y mezclarlo todo, hasta el punto de que los personajes
sepan de su propia existencia en mundos y escritos ficticios, como
les pasa a Quijote y Sancho.
En ese sentido, Kurt
Busiek creó Marvels, una historia sobre los superhéroes. No una
historia de superhéroes, sino una historia sobre los superhéroes y
como estos invervienen en la vida real (la presencia de la vida real
resalta en cada dibujo de Alex Ross). Busiek utiliza un personaje
real que convive con los superhéroes, que comparte el miedo y la
fascinación por las criaturas que llegan a un mundo que hasta
entonces era tan simple como el nuestro.
Esos prodigios, como
los llama el protagonista de la obra, provocan pánico, o pasión en
unos humanos que pasan a ser protagonistas de la vida a simplemente
observar como su mundo es el campo de batalla de unos seres que están
muy por encima de ellos, que han dejado las hazañas humanas a la
altura del betún.
Pero esos prodigios
luchan por el ser humano, por salvarlos a todos, y reciben, a cambio,
el desprecio de aquellos a los que salvan. O su indiferencia. O su
olvido. En una metáfora de cómo la sociedad se comporta con muchos
de los que hacen el mundo mejor, de los que trabajan para los demás,
pero que acaban por ser olvidados u odiados (pensemos en deportistas,
actores, pero también médicos, profesores, soldados o en cualquier
otro que trabaja para la prosperidad colectiva).
Busiek retrata una
sociedad desagradecida, pero muy realista, invadida por seres que
nada tienen de real, pero que reciben, sin embargo, el mismo trato
que las personas de verdad. Una historia sobre los superhéroes y
cómo afectarían a nuestra vida, y cómo serían recibidos y sobre
todo un homenaje a todo lo que los héroes y los superhéroes (y la
ficción en gran medida también) hacen por la realidad, crean no
sólo estereotipos y diversión, sino también modelos y esperanzas
que después serán imitadas por muchos.
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