Hay libros que tienen una edad para ser
leídos. Es difícil leer a Azorín siendo joven. Todo te parece
nada, todo te parecen palabras puestas ahí, pero sólo eso, palabras
que no cuentan nada. Al contrario también. Casi toda la literatura
romántica carece de sentido cuando se cumple cierta edad. Ya antes
de los treinta te parece que toda la palabrería romántica, todos
los personajes vehementes y sus comportamientos egocéntricos son
absurdos e imposibles.
Hay de por sí una literatura infantil
y juvenil. A ella pertenecen títulos míticos y en ella son
incluídos, como en un cajón de sastre, muchusímas obras y más aún
si tienen determinada temática: las aventuras.
Pero hay obras que trascienden esa edad
y esas etiquetas. La isla del tesoro es la principal de ellas.
Para muchos es tal vez la mejor novela escrita nunca. Las aventuras
de Jim Hawkins y Long Jhon Silver en busca de un tesoro fueron
escritas por Robert Louis Stenvenson para divertimento de la
juventud. Pero su calado trasciende esa edad. Es una novela que puede
ser leída, incluso por primera vez, a cualquier edad. La ventaja de
leerla joven es que tienes más oportunidades de volver a leerla.
La isla del tesoro, con sus
historias de piratas y tesoros, con sus personajes buenos y malos,
con su humanidad y su verosimilitud, no sólo remiten a nuestra
juventud, sino a toda nuestra vida. Stevenson la escribió para
distraer a su hijastro, pero consiguió con ella crear toda una
mitología de piratas y aventuras. Y más aún, consiguió escribir
una historia que siempre emociona, que siempre muestra algo nuevo,
que siempre es buena.
Stevenson escribó un libro para todas
las edades, un libro que siempre te hace sentir niño y te hace
sentir adulto. Tal vez no sea la mejor novela, pero podemos
discutirlo durante horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario