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miércoles, abril 03, 2013

AMORES FALSOS

Han pasado ya cuatro meses, pero entre los propósitos más comunes de año nuevo está el de encontrar el amor. No un amor cualquiera, claro está. Se desea un amor mítico, un amor superlativo, un amor de cuento de hadas. Pero ese amor que se quiere está basado en otros que se han visto, que se han leído, que, generalmente, no existen.

Esos amores vienen del cine y de la literatura, títulos como El diario de Noa, Todos los días de mi vida, Mensaje en una botella o Posdata te quiero. Amores que representan amantes excesivos, exagerados, perfectos, sublimes: inexistentes.

Noa es un hombre imposible de repetir. Un hombre que podría incluso ser denunciado por acoso al principio. Que se sube a una noria para conseguir una cita. Que no consigue olvidar a su chica por más que se acueste con otras. Un hombre al que no le importa su vida, ni su riqueza, que no le importa nada que no sea ella.

En Todos los días de mi vida asistimos a un romance ya empezado. En flashbacks rememoramos lo ya pasado entre los dos personajes. Un amor increíble. Un amor detallista y universal, intemporal y a prueba de todo. Eso pese a estar representado por un protagonista inexpresivo y poco empático.

El resto de historias son similares. Muestran ejemplos de amores que sólo podrían funcionar en la ficción. Amores de amantes perfectos que se entregan a sí mismos olvidándose de todo lo demás. Olvidándose del mundo y de la vida. Amores aburridos, hasta que no entra en ellos la tragedia (casi siempre falsas tragedias, pues todos sabemos cómo acabará aquello, que habrá un atisbo de felicidad, o una tragedia real y mortal que desde el principio se atisba). Amores en los que todo, desde los participantes, hasta el contexto y la realidad que representan, es falso, es imposible.

Tomado ese modelo para la vida real, resulta el desastre. Pero quién puede resistirse al influjo de la ficción, a no querer sentir y vivir lo que se reprensenta en la pantalla o en el libro. Quién no quiere ser Noa, quién no quiere que Noa le quiera.

El choque de esa ficción idealizada con la realidad da lugar a quijotes del amor, que se ven atrapados en una fantasía que es golpeada por el enorme molino de la realidad.  




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