El arte en general, y la literatura
como una de esas manifestaciones artísticas tienden a presentar la
realidad, bien para que quede ahí reflejada, bien para mostrar cómo
es. Es decir, que de una forma u otra la literatura tiende a
desentrañar la realidad y mostrarla tal y como es.
La novela policíaca, con su carga de
novela de aventuras y su juego continuo con el lector para saber si
es más listo que el investigador, se muestra en muchos casos como
una gran definidora del ser humano. Presentan a personajes que se han
traspasado los límites legales, morales o éticos de la sociedad
humana y además, como buena novela lógica que es, pretende también
mostrar las causas de las acciones humanas.
Ahí es donde la novela negra se
muestra más humana, en la parte en que muestra las vísceras de la
sociedad y de los humanos que la componen. Los comportamientos
humanos son detallados, son contextualizados y analizados por la
lógica causa efecto.
La lectura de novelas policíacas no
sólo nos mostrará una realidad brutal, sino que nos mostrará la
cara oculta de la sociedad, de la realidad, del comportamiento
humano. Sin pretenderlo muchas veces. Pero de una forma mucho más
efectiva que las “novelas psicológicas”.
Una literatura muchas veces despreciada
por su afán de entretener al lector cuenta, sin embargo, con grandes
análisis de los humanos y las sociedades que formamos y que
traicionamos. Hacen eso, sin olviderse además de que al otro lado
hay un lector ávido de aventuras al que hay que satisfacer. Y
cumplen, en muchos casos, con la gran finalidad de siempre, mostrar y
deleitar.
(Unos pocos ejemplos:
Hammet, Dashiell, La maldición de
los Dain, Alianza, 9 euros
Vian, Boris, Con las mujeres no hay
manera, Alianza, 9 euros
Thompson, Jim, 1280 almas, Punto
de Lectura, 6 euros)
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