Que todos seamos Alemania. Ese el sueño
de todos. Ser como los alemanes. Y no ser altos y fuertes y rubios.
Ser iguales que ellos en la economía. Tener un ministerio de
finanzas común quiere eso. Que todos seamos como los alemanes. Que
tengamos su poder adquisitivo. Su tasa de paro. Y su ministerio de
hacienda. Eso quiere este borrador. Y estaría muy bien que así
fuera.
En un país como el nuestro, donde cada
pueblo y cada región quiere distinguirse y gobernarse, es extraño,
sin embargo, que todos queramos ser alemanes. Todos queremos ser de
nuestro pueblo y sólo de ahí. Pero cuando vemos una bandera
tricolor, una bandera roja, amarilla y negra, se nos saltan las
lágrimas.
Pero seremos alemanes en el tesoro,
pero no en lo demás. No copiáremos sus leyes educativas. Ni sus
leyes de igualdad de sexos. Ni sus leyes proteccionistas sobre los
nacimientos y los niños.
Sólo queremos ser alemanes en la
pasta. En lo demás queremos ser quienes somos. Estos que somos y
cuya ambición y estupidez está colapsando el sistema. Si yo fuera
alemán, no sé si querría un compatriota como yo.
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