Miguel piensa. En el amor y en la vida
y en las mujeres. Llama a Sonia y va a verla. Eyacula sobre ella dos
veces. Y luego se marcha. Y vuelve a pensar en la vida y en las
mujeres. Y piensa en Sonia y se siente excitado y sonríe, pero no
sabe si sonríe por su recuerdo, por ella misma o si sonríe por el
sexo.
Sonia piensa. En el amor y en Miguel.
Piensa en que no puede querer a Miguel, en que no debe quererlo
porque él no la va a querer nunca como ella quisiera que la
quisiera, pero no puede evitarlo. Al menos no por ahora. Se convence
de que le quiere demasiado. Él llega y hacen el amor. Eyacula sobre
ella. A ella le gusta. Él se va y Sonia piensa en el amor y en
Miguel y en que cada día le va queriendo un poco más. Y tiene que
decidir si va a romper con él o si va a arriesgarse con él.
Elena piensa. En el amor y en la vida.
Ha visto a una amiga suya y le ha contado que está enamorada como
una adolescente de un vecino. Sale todas las mañanas antes de lo
necesario sólo para encontrarse con él y hablarle un poco. Va
demasiado arreglada y se hace la simpática. Pero no consigue nada
con él. Bueno, al menos cada vez hablan más rato. Ella sonríe
estúpida. El vecino, que tiene novia, sonríe cuando la ve. Su amiga
está ilusionada. Elena quisiera un poco de eso. Pero sus vecinos son
muy viejos.
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