La ciudad sangra entre mis manos. Estoy
ajustando las cuentas, poniendo en orden las cosas. Las gentes viven
sin orden, viven sin conciencia. Estoy haciendo sangrar al mal, estoy
haciendo sangrar el odio y el rencor, la carne fresca, el dolor. Todo
lo que los hombres se causan los unos a los otros.
El hombre tenía el dinero entre las
manos. Se lo había arrebatado a una señora mayor que aún gritaba
un kilómetro más atrás. Sólo me puse ante él y le hice sangrar.
Le hice pagar su falta con sangre.
La ciudad sangra entre mis manos y debe
sangrar mucho más. Hay muchas cosas que hacer y por fin tengo
fuerzas para hacerlas. No dejo mi búsqueda. Pero sé que es inútil.
Y quiero ser útil. Quiero ser un hombre que hace lo que hay que
hacer. No quiero ser uno de esos que visten un traje y dicen palabras
y palabras. Las palabras no sirven de nada. Sólo la sangre sirve.
La ciudad sangra entre mis manos. Más
tarde pensaba en ti. En que lo hago por ti. En que tengo que hacer
esto por ti. Aunque tú no quieras.
1 comentario:
Esto es lo que debia pensar el loco de la isla esa finlandesa que se cargo a tropecientas personas. Interesante punto de vista.
Me dejo confundido
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