La ciudad me revuelve las tripas. Su
suciedad y su hedor me dan ganas de vomitar. La realidad vertida por
todos lados, pervertida por todas partes remueve mis entrañas. Ver
las cosas tal como son, la falsedad del amor, la estupidez de la
gente, la intolerancia de los intelectuales, la falta de vergüenza
de los malvados, de los que cometen errores, de los que follan sin
amor, de los que usan el dinero para justificarlo todo, para hacerlo
todo; me revuelve las tripas.
Así que me estoy vengando de la ciudad
y de su realidad. Estoy escupiendo en su cara asquerosa. Castigando a
las adolescentes. Maltratando a los sinvergüenzas. Golpeando a los
lujuriosos y los pecadores, a los sanguinarios y sangrientos, a los
injustos. La ciudad no me conoce y no me teme, pero estoy acabando
con sus llagas purulentas.
El trabajo será atroz. El trabajo será
largo. Peor que intentar buscarte. Peor que no saber donde estás y
buscarte por las calles y no encontrar más que odio y rencor y asco.
Todo es asqueroso sin ti. Todo lo es sin tus brazos esperándome.
Pienso en que serán otros los que te abracen. Y piso la ciudad con
más fuerza. Y piso la ciudad hasta estrangular su cuello de
alcantarilla.
La ciudad me revuelve las tripas. No
admitirá que yo soy su héroe. Que yo soy su salvador. Como tampoco
tú admitías que me amabas más de lo que nunca lo hiciste con
ningún otro. Yo sólo te he amado a ti.
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