Había hecho un nuevo blues, ya sabéis, lo de siempre, nena que buena estás, nena que bien me haces, nena qué perra eres que me dejaste. Lo de siempre en estos casos y otro similares. Y lo estrenamos en el bar. La verdad sea dicha, lo toqué bastante bien. No es que yo sea un Paco de Lucía (del blues), pero tanto ejercicio está dando su resultado.
Aún así una parte del público abucheó. No sabíamos que en el bar se daba cita parte de la Asociación Femenina Gineceo, que es como se llama la asociación femenina del barrio. Por lo visto estamos perpetuando el estereotipo de la mujer como objeto e incitamos al insulto, la vejación y la violencia contra el colectivo femenino. Ni la mitad de lo que vosotras estáis contribuyendo a incitar mi violencia contra vosotras, pensé. Pero no lo dije.
Quieren que cambiemos la letra del blues y que no insultemos a la mujer que, libremente, prefiere irse con otro en lugar de permanecer con nosotros, pues las mujeres, troglodita, pueden elegir con quién prefieren estar. Yo me mostré de acuerdo con eso y expresé que soy libre de expresar mis sentimientos de la forma que yo crea conveniente mientras que no ofenda a nadie. Me está ofendiendo, dijo la presidenta de la asociación, y yo dije, no, usted no es esa mujer, no puede sentirse insultada. Total que me ha denunciado, pero no pienso ceder. Antes la cárcel que cambiar algo por un berrinche sin sentido.
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