Y le dio vueltas al hecho de que no era cuestión de su moral, porque a ella le parecía bien hacer disfrutar a los demás, hacerles felices, y le parecía bien y se supo libre y sabía que podía hacer todo lo que quisiera hacer y con quién quisiera.
Vio que realmente el problema era que estaba mal visto. Y le preocupó haberse convertido en una persona que vive para los demás. La terapeuta me dijo que era una mujer muy tópica, y muy tonta remaché yo, y asintió. Todos esos tópicos feministas y progres daban ganas de golpearla. Pero no lo hice.
Al final se decidió por lo que se decidió, trabajar unos días en casa de Sol y Luna, para aprender el oficio y para perder las inhibiciones. Por lo visto sólo hubo una cosa que fue superior a su éxito. Todo lo que aprendió.
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