Que nada está
totalmente cerrado ni olvidado, que siempre se puede aportar algo
nuevo a un conocimiento o a una investigación lo demuestra
continuamente la arqueología. Acompañada de otras ciencias
auxiliares como la paleografía, pero aportando siempre nuevos datos,
nuevos documentos, nuevas visiones de lo que ya creíamos terminado y
sabido.
Un ejemplo es la
cueva que se encontró recientemente en una zona de Macedonia,
Anfípolis, y cuyas excavaciones están no sólo aumentando el enorme
patrimonio de esa zona sino también descubriendo detalles de cómo
eran las gentes y las vidas que se encuentran encerradas en esa
tumba.
Familiares de
Alejandro Magno fueron sepultados allí, por la calidad y los
detalles de las tumbas y esa información permite completar los
conocimientos que tenemos sobre la familia del rey macedonio de cuya
tumba no se tiene conocimiento. La partición de su imperio entre sus
generales distribuyó el mundo conocido y cambió la historia del
mundo dando paso al contexto necesario para la aparición de otros
enromes imperios como fueron los Partos y sobre todo Roma.
Esa información
contenida en la tumba, más todo el arte que allí se guardó servirá
para promocionar el país ex yugoslavo y fomentar otras campañas de
excavación en la zona, donde aún queda mucho patrimonio oculto que
debería salir a flote.
Porque nada está
totalmente cerrado ni olvidado y aún se puede aportar mucho, incluso
en el conocimiento del mundo antiguo.
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