La historia de la
escritura de Rafael Cansinos Assens está llena de momentos
autobiográficos en los que el autor sevillano cuenta su vida y el
tiempo que le tocó vivir. Tal vez su obra más famosa, incluyendo
incluso las obras de ficción y los poemas, sea La novela de un
literato, que es un retrato de la bohemia artística y sobre todo
literaria que pululaba por Madrid en los años 20.
La misma historia de
ese texto, todavía incompleto y al que le falta aún una edición
crítica y fija, es digna de una novela. Escrita durante años,
acumulada en diferentes cuadernos y papeles, la obra, que en sus
primeras partes está clara, va hacia el final complicándose
cronológicamente sin poder discernir de cuando son algunas
anotaciones.
La historia que
cuenta, la del propio Cansinos y cómo va ganándose un lugar como
literato, primero como traductor, después como periodista y
finalmente con sus propias obras, hijas del modernismo de la época,
en la que destacaba por su calidad Salvador Rueda, quien tuvo tan
mala suerte y cuya trayectoria vital se puede seguir claramente en la
obra, es la historia pequeña de la literatura española.
Los bohemios
modernismos de los años 20, más cerca de los hampones mafiosos, de
los pedigüeños y de toda la fauna nocturna descrita después por
Valle en Luces de Bohemia protagonizan la obra. Personajes como
Emilio Carrere o Armando Buscarini llenan las páginas de la obra.
Gran parte del
material de Cansinos, promocionado y custodiado de manera brillante
por la fundación ARCA, al frente de la cual están los descendientes
del autor, está siendo ordenado y digitalizado para poder poner en
claro toda la ingente labor del autor.
Pero he aquí que ha
surgido una noticia que no extraña cuando se habla de la historia de
los papeles de Cansinos, sobre los que flota un aire de bohemia y
misterio permanente. Una autobiografía del autor ha desaparecido en
el lugar donde sus textos eran digitalizados.
La obra compuesta de
más de ciento setenta páginas y de título Memorias incompletas
desapareció de la empresa que se encargaba de custodiarla y
digitalizarla. La policía ya está manos a la obra en el asunto que
promete muchas páginas, que podría componer la novela negra de las
memorias de un literato.
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