El primer emperador
romano nunca fue llamado emperador y siempre huyó de ese título.
Augusto, título que le gustaba mucho más a Octavio y con el que se
lo conoce, estableció un régimen ficticio de senadores, aunque todo
el poder lo ostentaba él mismo. La personalización del poder en un
hombre era algo que los romanos temían desde siempre. Habían
conocido las historias de las ciudades griegas y todo el oriente, y
temían que les sucediera lo mismo.
Por eso el sistema
republicano, que funcionó muy bien cuando estuvo libre de
hambrientos de poder, tenía dos cónsules con iguales poderes. Pero
la familia Julia, con César al mando y Octavio como heredero, acabó
con ese sistema. Muchas fueron las luchas por volver a la república,
al antiguo sistema (luchas que costaron la cabeza, literalmente, a
Cicierón, a Catón o a Lucano), pero el Imperio se abrió camino y
mantuvo a Roma como el gran Imperio no sólo de Occidente, sino de
todo el mundo.
La personalidad de
Augusto, cantada por Virgilio y por Horacio, hace intuir en él una
gran inteligencia, pero sobre todo destaca por el ansia de renovar
Roma. Como él mismo dijo, se encontró una ciudad hecha de ladrillo
y la dejó hecha de mármol. Como parte de la propaganda de su
mandato, Augusto mandó construir grandes templos e inició una
renovación urbanística de la Roma republicana.
Entre esas nuevas
construcciones se encuentra la residencia del propio emperador en el
Palatino (una de las siete colinas famosas de la ciudad). Una
vivienda majestuosa (aunque lejos del lujo y la suntuosidad que
después daría a su palacio Nerón) que ahora y después de mucha
inversión y mucho trabajo puede visitarse en la ciudad eterna.
Bilbiotecas,
murales, frescos, zonas públicas grandiosas y privadas austeras,
todo puede verse (en la medida que se ha conservado y reconstruido)
en el segundo milenio del nacimiento del primer emperador que nunca
lo fue y que nos enseña ahora su vivienda, para que sepamos y
comprendamos cómo ese pequeño poblado en las orillas del Tíber se
convirtió en la cuna de nuestra civilazión.
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