Hace años que los 80 son venerados por los que fueron niños durante ese tiempo. Y lo que se celebra, admira y venera no es otra cosa que la cultura de la época: lo que hacía la realidad no eran tanto cómo se vivía sino lo que se veía, leía o utilizaba.
Así se explica el éxito de las obras de teatro basadas en la época, Maldito Naranjito y Espinete no Existe, o de libros que retratan la vida cotidiana (series de televisión y películas incluidas) como Yo fui a la EGB.
En esa recreación de la época que vivimos, ha entrada también el cine de Hollywood que promete secuelas de grandes películas de la época como Cazafantasmas, Goonies o Top Gun y nuevas versiones de otras como Gremlims o Loca academia de policía.
La calidad de las historias que volverán es dudable, continuar o dar un nuevo aire a esas historias que todos conocemos y hemos visto es difícil. Sorprender, agradar y sobre todo no defraudar a un público ávido y que conoce el producto casi mejor que el escritor es un trabajo muy complicado.
Muchas de esas películas, revisionadas, tienen más de componente emocional, de buen recuerdo, que de calidad. Es el momento en el que las vimos lo que vemos. Es la primera sorpresa que nos dieron lo que buscamos y lo que encontramos, sonriendo ante lo ya visto.
Por eso volver a rodarlas, o hacer versiones nuevas, es tan complejo. La mayor parte de experimentos que trataban de tomar las ficciones de los 80 como base, han fracasado. La vuelta de la serie V, el paso al cine de Corrupción en Miami, El equipo A o Los hombres de Harrelson han sido enormes fiascos, sobre todo en lo que se refiere a su calidad.
Así que más que esperar esos remakes o nuevas versiones o continuaciones con esperanza y con ganas, lo hacemos con pereza. La falta de ideas nuevas en Hollywood es alarmante. El deseo de rentabilizar las películas a cualquier precio nos lleva a películas iguales, basadas en comics, videojuegos o atracciones; continuaciones sin sentido y ahora retomar éxitos pasados. Pero lo principal de todo, crear buenos guiones y llevarlos a la ficción, es lo que está faltando en los creadores de ideas de las productoras.
Así se explica el éxito de las obras de teatro basadas en la época, Maldito Naranjito y Espinete no Existe, o de libros que retratan la vida cotidiana (series de televisión y películas incluidas) como Yo fui a la EGB.
En esa recreación de la época que vivimos, ha entrada también el cine de Hollywood que promete secuelas de grandes películas de la época como Cazafantasmas, Goonies o Top Gun y nuevas versiones de otras como Gremlims o Loca academia de policía.
La calidad de las historias que volverán es dudable, continuar o dar un nuevo aire a esas historias que todos conocemos y hemos visto es difícil. Sorprender, agradar y sobre todo no defraudar a un público ávido y que conoce el producto casi mejor que el escritor es un trabajo muy complicado.
Muchas de esas películas, revisionadas, tienen más de componente emocional, de buen recuerdo, que de calidad. Es el momento en el que las vimos lo que vemos. Es la primera sorpresa que nos dieron lo que buscamos y lo que encontramos, sonriendo ante lo ya visto.
Por eso volver a rodarlas, o hacer versiones nuevas, es tan complejo. La mayor parte de experimentos que trataban de tomar las ficciones de los 80 como base, han fracasado. La vuelta de la serie V, el paso al cine de Corrupción en Miami, El equipo A o Los hombres de Harrelson han sido enormes fiascos, sobre todo en lo que se refiere a su calidad.
Así que más que esperar esos remakes o nuevas versiones o continuaciones con esperanza y con ganas, lo hacemos con pereza. La falta de ideas nuevas en Hollywood es alarmante. El deseo de rentabilizar las películas a cualquier precio nos lleva a películas iguales, basadas en comics, videojuegos o atracciones; continuaciones sin sentido y ahora retomar éxitos pasados. Pero lo principal de todo, crear buenos guiones y llevarlos a la ficción, es lo que está faltando en los creadores de ideas de las productoras.
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