El domingo de
Resurrección era antes un día de alegría. Tras toda una semana
centrada en la pasión y la muerte de Cristo, con toda alegría casi
prohibida, con todos los centros de cultura cerrados y con los medios
de comunicación suspendidos y que sólo emitían música clásica
(requiems en su mayoría, aunque también pasiones), el domingo era
un día máximo de alegría.
Muchas ferias y fiestas comenzaban ese día. A las doce de la noche todo volvía a ponerse en marcha: las atracciones, los carruseles, los bares y muchas otros servicios festivos por fin podían celebrar la resurrección de Cristo y por supuesto retomar la alegría.
Y había dos cuestiones fundamentales en ese día: los toros y el teatro. Los toros celebraban ese día como el más grande junto al 15 de agosto. Multitud de corridas se celebraban por todo el territorio nacional, costumbre que en muchos sitios se comparte.
El teatro tenía en el domingo de resurrección su gran día. Las obras que los autores habían estado escribiendo, ensayando y puliendo se estrenaban ese día. Eran días de grandes galas, el teatro se llenaba de hombres y mujeres de etiqueta, que se quitaban el duelo de encima y que asistían por fin a un espectáculo que les prometía diversiones.
En ese día se estrenaban grandes comedias por las que los teatros pagaban mucho dinero. También la recaudación era alta. Y los autores eran los más conocidos: Arniches, Muñoz Seca, los Quintero, Benavente, Mihura, Neville. Casi todos cómicos que esperaban crear una comedia que les diera para vivir durante mucho tiempo.
Con el tiempo el cine también se sumó a esta tradición. Y en muchas ocasiones, los teatros, temerosos de las malas acogidas, reestrenaban obras consagradas de autores conocidos que no podían fallar y que les garantizaban varias semanas de recaudación.
Pero los tiempos cambian y el teatro, que siempre vive mejores tiempos de lo que presume, perdió este día. Ya no hay estrenos, ni grandes autores que elijan ese día. Sólo es un día más, con una competición más con el fútbol, el cine y la televisión. Un día más que tal vez deberían intentar recuperar. No importa si en esta o en otra fecha.
Muchas ferias y fiestas comenzaban ese día. A las doce de la noche todo volvía a ponerse en marcha: las atracciones, los carruseles, los bares y muchas otros servicios festivos por fin podían celebrar la resurrección de Cristo y por supuesto retomar la alegría.
Y había dos cuestiones fundamentales en ese día: los toros y el teatro. Los toros celebraban ese día como el más grande junto al 15 de agosto. Multitud de corridas se celebraban por todo el territorio nacional, costumbre que en muchos sitios se comparte.
El teatro tenía en el domingo de resurrección su gran día. Las obras que los autores habían estado escribiendo, ensayando y puliendo se estrenaban ese día. Eran días de grandes galas, el teatro se llenaba de hombres y mujeres de etiqueta, que se quitaban el duelo de encima y que asistían por fin a un espectáculo que les prometía diversiones.
En ese día se estrenaban grandes comedias por las que los teatros pagaban mucho dinero. También la recaudación era alta. Y los autores eran los más conocidos: Arniches, Muñoz Seca, los Quintero, Benavente, Mihura, Neville. Casi todos cómicos que esperaban crear una comedia que les diera para vivir durante mucho tiempo.
Con el tiempo el cine también se sumó a esta tradición. Y en muchas ocasiones, los teatros, temerosos de las malas acogidas, reestrenaban obras consagradas de autores conocidos que no podían fallar y que les garantizaban varias semanas de recaudación.
Pero los tiempos cambian y el teatro, que siempre vive mejores tiempos de lo que presume, perdió este día. Ya no hay estrenos, ni grandes autores que elijan ese día. Sólo es un día más, con una competición más con el fútbol, el cine y la televisión. Un día más que tal vez deberían intentar recuperar. No importa si en esta o en otra fecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario