La ciencia ficción, en un sentido amplio, lo que pretende es dar respuestas a preguntas que alguien se ha hecho. Preguntas que en muchos casos son estúpidas o raras. ¿Qué pasaría si un lagarto gigante apareciera en mitad de Tokio? ¿Qué sucedería si quedase sólo un hombre en la tierra?
Todas esas preguntas y sus respuestas constituyen el núcleo fundamental de la idea de ciencia ficción, añadiendo el matiz de que se hace en torno a una pregunta relacionada, sin bien mínimamente, con la ciencia o la tecnología.
Por eso sus historias están llenas de naves espaciales, sucesos extraordinarios, accidentes de laboratorio, monstruos posibles o al menos probables, robots y muchos otros elementos con los que la ciencia sueña.
La ciencia ficción sería algo así como los monstruos que produce la razón de la ciencia. Los errores y los problemas que puede suponer la utilización de la técnica y la tecnología es lo que explora esta rama de la ficción.
Así que para escribir una buena obra de ciencia ficción sólo hay que tener una buena pregunta a la que contestar. Qué sucedería si la tierra estuviera llena de zombis, qué pasaría si un hombre fuera afectado por la radiación y decreciera progresivamente, qué pasaría si unos alienígenas atacaran nuestro planeta...
Y así continuamente. Una cosa diferencia la buena ciencia ficción de la mala, de la que se acumula en los estantes de las series B o incluso Z, la humanidad con la que se trata lo sucedido. Frente a un arte deshumanizado, la ciencia ficción explora en lo más íntimo del ser humano: sus miedos, su capacidad de entrega a los demás, su capacidad para el cambio y la aceptación de la variedad en los demás...
Preguntas y repuestas para crear ficción. E imaginación para contestar. Es una receta simple, pero que no todos son capaces de aplicar.
Todas esas preguntas y sus respuestas constituyen el núcleo fundamental de la idea de ciencia ficción, añadiendo el matiz de que se hace en torno a una pregunta relacionada, sin bien mínimamente, con la ciencia o la tecnología.
Por eso sus historias están llenas de naves espaciales, sucesos extraordinarios, accidentes de laboratorio, monstruos posibles o al menos probables, robots y muchos otros elementos con los que la ciencia sueña.
La ciencia ficción sería algo así como los monstruos que produce la razón de la ciencia. Los errores y los problemas que puede suponer la utilización de la técnica y la tecnología es lo que explora esta rama de la ficción.
Así que para escribir una buena obra de ciencia ficción sólo hay que tener una buena pregunta a la que contestar. Qué sucedería si la tierra estuviera llena de zombis, qué pasaría si un hombre fuera afectado por la radiación y decreciera progresivamente, qué pasaría si unos alienígenas atacaran nuestro planeta...
Y así continuamente. Una cosa diferencia la buena ciencia ficción de la mala, de la que se acumula en los estantes de las series B o incluso Z, la humanidad con la que se trata lo sucedido. Frente a un arte deshumanizado, la ciencia ficción explora en lo más íntimo del ser humano: sus miedos, su capacidad de entrega a los demás, su capacidad para el cambio y la aceptación de la variedad en los demás...
Preguntas y repuestas para crear ficción. E imaginación para contestar. Es una receta simple, pero que no todos son capaces de aplicar.
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