El odio es una motiviación distinta a
la de la venganza. Aunque las dos están muy presentes en la ficción
de todos los tiempos, el odio aparece con menos asiduidad, o está
siempre cargado de venganza cuando motiva a los personajes a actuar.
La venganza motiva a Batman. Pero
también a casi todas las historias de vaqueros, caballeros o
mafiosos. La veganza, la justicia entendida de un modo propio y
privativo y que sólo puede acabar con la muerte de quien causó el
dolor, es tal vez la gran motivación de la ficción no amorosa.
Pero el odio, como sentimiento puro, es
más difícil de encontrar. El Joker odia a la sociedad en general y
quiere destruirla. Pero ese tipo de odio generalizado es muy común
en la ficción y está tan difuminado que acaba por ser poco
convincente y por verse centralizado en un personaje que encarné a
esa sociedad y que ha provocado al otro ese sentimiento tan
reconcentrado.
En Los duelistas Joseph Conrad
explora esa idea del odio. Un encuentro casual acaba en un duelo que
se repite y se repite por parte de los testarudos protagonistas,
sobre todo por Feraud. El odio va aumentando hasta el convencimiento
de que cualquiera de los dos no puede habitar en ese mundo si el otro
también lo hace.
D'Hubert se ve arrastrado por ese odio
en su vida cotidiana. Y cuando cree que ya se ha disuelto, que no
volverá Feraud a molestarle con su inquina, este testarudo odiador
vuelve a retarle, vuelve a molestarle y a trastocarle la vida,
buscando además siempre los momentos importantes de la misma.
Explorar ese odio que se acaban
teniendo uno al otro es un ejercicio de incredulidad por parte del
lector, que ve como dos hombres que por separado podrían ser muy
validos, que tienen tanto en común y tanto bueno a su favor, acaban
por convertirse en marionetas de un sentimiento que los arrastra a
acciones desaforadas y estúpidas.
El odio puede llegar a ser una gran
motivación, todos lo sabemos, pero contarlo siempre ha sido mucho
más difícil que contar su reverso luminoso, el amor.
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